Soy de los que creen en la necesidad de una formación integral de los educandos, según lo establece el artículo tercero de nuestra Constitución.
Por ello me parece digna de comentario la postura de diversos especialistas y maestros frente a la presentación de la Cartilla Moral por parte del Presidente de la República.
Señalan que es positivo y relevante que el Ejecutivo se pronuncie acerca de la conducta social y la necesidad de recuperar y formar en valores, para lo cual cita el texto del pensador y escritor Alfonso Reyes.
De los especialistas que opinaron al respecto, destaca el comentario del Presidente de la Asociación Filosófica de México, José de Lira Bautista, quien sostiene que “la formación de valores no puede ser sólo mediante catecismos o principios que se deben cumplir, sino con una verdadera formación integral del ser humano” (La Jornada 13-02-2019).
En ello estamos de acuerdo muchos maestros, pues aunque pueda parecernos interesante la divulgación y uso de una Cartilla Moral redactada en 1944, que invita a reflexionar sobre los principios y valores para la convivencia armónica en las comunidades y que tiene como finalidad, según lo enfatiza el presidente López Obrador, “promover una forma de vivir sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza, a la Patria y a la humanidad”, lo cierto es que no basta para la pretendida formación de valores y el indispensable fomento de la libertad y diversidad de pensamiento.
Como educadores aspiramos a que se vuelva a incluir en los planes de estudio la enseñanza de las humanidades, esto es, la filosofía, la historia, la literatura, las artes, dándoles todo el peso e importancia que tienen para la formación integral de los educandos, para hacerlos personas más sensibles, con mayor conciencia social, dispuestos a actuar como sujetos de su tiempo y a transformar positivamente su entorno.
Lo anterior no implica renunciar a la enseñanza de la ciencia y de la técnica, elementos insoslayables en nuestro tiempo, sino encaminarnos a lo que Edgar Morin planteó como una nueva forma de entender la cultura, es decir, lograr la combinación de ciencias y humanidades.
Ello es posible y necesario. La UNESCO planteó en la Conferencia Mundial de Humanidades, que el valor de éstas es incuestionable, así como “su capacidad para ayudar a las sociedades contemporáneas a enfrentar desafíos críticos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”. Esperamos cambios en ese sentido.