Política

Rebelión ante la muerte

  • Columna de Francisco Valdés Perezgasga
  • Rebelión ante la muerte
  • Francisco Valdés Perezgasga

Seguimos sumidos en estos días extraños. Días de cámara lenta. Días brumosos y desesperantes. Días de encierro. 

Días en los que hemos estado conectados como nunca y, a la vez, solos como nunca. 

La muerte sigue su danza macabra apagando vidas cada vez más cercanas. Apagando vidas cada vez más queridas.

La verdad es que la muerte ya estaba allí y elegimos no verla. Estaba en las dieciséis mil vidas perdidas cada año a la mala calidad del aire. Estaba en las casi veinte mil vidas perdidas en siniestros de tráfico. 

En las vidas perdidas por la epidemia de diabetes y obesidad derivadas de la mala alimentación y del sedentarismo.

Lo de ahora es peor por la enormidad de los números: ¿Cien mil? ¿Doscientos cincuenta mil? ¿Trescientos mil muertos por culpa del Covid-19? Eso hasta el día de hoy. 

¿Cuantos más hasta que esta pandemia pierda el gas?

Todo apunta a que la mala calidad del aire eleva el número de casos graves y de muertes en la pandemia. 

Entrado el otoño, nuestras ciudades empiezan ya a mostrar las primeras señas de las inversiones térmicas, esos fenómenos que atrapan la contaminación cerca del suelo, ahogándonos. 

En 2020, esas inversiones, combinadas con el coronavirus, matará a más laguneras y laguneros que en otros años.

Desde que empezó la pandemia hemos estado clamando por soluciones que otras ciudades de México y del mundo han instrumentado con éxito inusual: las ciclovías emergentes. 

Emergentes porque es una respuesta de urgencia ante la enormidad de la crisis sanitaria.

La bici nos permite transitar al aire libre, con razonable rapidez y distancia segura. 

Se reducen los viajes en coche y mejora la calidad del aire al tiempo que mejora el estado físico de la y del pedaleante. 

Tener un buen estado físico bueno no es lo mismo que estar sano, pero es una condición para que la salud exista. 

Por ello, Puebla, la CDMX, San Pedro Garza García, León, París, Londres, Madrid y muchísimas ciudades más han ampliado sus redes de ciclovías con resultados espectaculares. 

El uso del automóvil en París, por ejemplo, ha bajado un 22% en estos meses mientras el uso de la bici se ha multiplicado.

La bici ya era la solución a muchos de nuestros problemas. La pandemia lo ha enfatizado con gran fuerza. Pero nuestras autoridades parecen tener tapados los oídos. 

Arrastran los pies, toman decisiones cuestionables -y caras- para poner barreras a la transmisión del virus mientras algunos nos desgañitamos señalando las medidas obvias y exitosas aplicadas en tantas otras ciudades.

Mientras llega el momento -que llegará seguro- de llamar a cuentas a nuestros gobernantes y de votar con más cuidado a quienes deben gobernarnos, le propongo la rebeldía. 

Use la bici, camine, deje estacionado el coche. Incorpore estas medidas junto al uso del cubrebocas, guardar la distancia, salir lo menos posible. 

Ante la claudicación de nuestras autoridades, demos todos una lección de civismo, de empatía y de preocupación por nosotros, por nuestras familias y por nuestros prójimos.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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