Cuando era niño las llamadas en teléfonos públicos costaban veinte centavos, aquellas monedas de cobre, grandes, con la pirámide del sol en una de sus caras y el escudo nacional en la otra.
Al momento de contestar la persona a quien llamábamos, el veinte depositado caía en una alcancía.
De otra forma, al recibir un tono de ocupado o si acaso no contestaban, colgábamos y el veinte nos era devuelto.
En los teléfonos públicos más antiguos, como los de la Ciudad de México, era uno el que, oprimiendo un botón hacía que el veinte cayera en la alcancía del aparato. De ahí viene esa expresión de “caer el veinte”.
Hoy no existen ni las monedas de veinte centavos ni los teléfonos públicos de alcancía. Pero la frase sobrevive en nuestra habla como vestigio arqueológico.
Ese recuerdo de mi niñez y mi juventud viene a cuento por el año que empieza, el veinte-veinte.
A estas alturas seguimos sin enfrentar los retos del calentamiento global. Australia arde hoy peor de lo que ardió California en el 2018.
El alocamiento climático lo podemos verificar año con año y estación con estación. Aquí en La Laguna y en cualquier otro rincón del planeta.
Casi nadie tomó nota de las terribles inundaciones a finales del pasado noviembre en Tamazula y otros puntos de la Sierra de Durango.
A pesar de estar en otra cuenca, la tasa de entrada diaria de agua a la Presa del Palmito pasó, en el curso de tan sólo siete días, de 3-4 metros cúbicos por segundo a más de 1200 y de nuevo a 3-4.
Una anomalía brutal por su tamaño y por la fecha.
Ya nada es normal. Esta nueva anormalidad encierra incontables tragedias.
Estamos abandonando rápidamente la estabilidad climática que permitió el nacimiento y desarrollo de la Comarca Lagunera.
Lo cual es obvio habida cuenta que esa estabilidad climática tiene más de doce mil años y permitió la aparición y el desarrollo de nuestra civilización.
Hago votos para que encaremos el futuro a partir de este 2020. Que seamos lo suficientemente sabios para adaptarnos a los tiempos que vienen y para mitigar los cambios amortiguando la magnitud del golpe.
Que a todos nos caiga el veinte. En el 2020.