Cultura

De artistas y pandemias

  • Nefelibata
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  • Flavio Becerra

El Beso es hoy el cuadro más famoso de Gustav Klimt; se le reproduce en carteles, postales y portadas de libros. Se ha convertido en un auténtico referente del mundo del arte y gusta tanto a estudioso como a recién iniciados.

Klimt pintó su emblemático cuadro luego de años de constantes y duras críticas por parte del conservador público vienés que lo tachaba de pornográfico. Aún antes de ser terminado, El Beso fue comprado por el Museo Belvedere por una cantidad muy elevada para la fecha. A partir de entonces, Klimt ganó los favores de la élite económica de Austria.

Pero no pudo gozar mucho de este recuperado prestigio pues apenas diez años después de terminado El Beso, el pintor murió víctima de la mal llamada gripe española, en febrero de 1918, durante una de las pandemias más letales que ha sufrido la humanidad.

Esta pandemia de influenza mató, según los cálculos más conservadores, a 20 millones de personas en todo el mundo. Aunque hay científicos que afirman que el número de víctimas pudo estar entre los 40 y los 50 millones. Para darnos una idea de la proporción de las cosas, según la Organización Mundial de la Salud, al 25 de abril apenas se han rebasado los 200,000 muertos por covid-19 en el planeta.

La pandemia de 1918 tuvo efectos devastadores sobre todo porque tomó al mundo por sorpresa. La humanidad se encontraba agotada tras la catástrofe que significó la Primera Guerra Mundial; en general, la economía de los países estaba arruinada y sus infraestructuras sanitarias se encontraban deterioradas si no es que desmanteladas.

Además, los movimientos de repatriación de las tropas y de la población civil que regresaban a sus naciones o se desterraban en busca de mejores horizontes propagaron al virus por todo el mundo. Si nunca antes existió un conflicto bélico de tales dimensiones, tampoco nunca se había tenido tanta migración. Al final, la gripe española mató mucha más gente que la Gran Guerra.

Desde luego, Klimt no fue el único artista o pintor fallecido por esta epidemia de dimensiones cataclísmicas. Egon Schiele, alumno y colega de Klimt pudo haber ocupado su lugar como líder del movimiento artístico llamado Secesión de Viena, pero también fue víctima de la pandemia que, tras llevarse a su esposa embarazada de seis meses, truncó la productiva carrera del pintor a los veintisiete años.

Por su parte, en la lejana Noruega, Edvard Munch, autor de El Grito, cuadro cuya fama no hace sino crecer con el tiempo, estuvo a punto de morir contagiado de influenza. Resulta paradójico que sobreviviera, pues a diferencia de sus colegas austriacos, cuyos trabajos rebosan de un vital erotismo, la vida y obra de Munch estuvieron marcadas por sombrías circunstancias.

“La enfermedad y la locura fueron los ángeles negros que guardaron mi cuna”, apuntó en su diario. A los cinco años Munch vio morir a su madre de un vómito de sangre, consecuencia de la tuberculosis. Nueve años después, una de sus hermanas murió por la misma causa.

Pero en 1919 pudo sobreponerse a la epidemia y pudo dejarnos un melancólico autorretrato convaleciente.

Edvard Munch sobrevivió un cuarto de siglo a la terrible pandemia de la gripe española. Cuando falleció en 1944 ya era reconocido como el pintor más importante de su nación. El final de la Segunda Guerra Mundial estaba cerca.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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