Cultura

Tulitas de Torreón (2): Una ciudad porfirista

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  • Tulitas de Torreón (2): Una ciudad porfirista
  • Fernando Fabio Sánchez

De Tulitas de Torreón. Reminiscencias de una vida en México, de Tulitas Wulff Jamieson y Evelyn Jamieson Payne. 

Traducción disponible en las oficinas del Archivo Municipal de Torreón.

“La primera vista que tuvimos de Torreón no fue muy estimulante, exceptuando de que significaba el fin de nuestro largo y tedioso viaje [desde San Antonio]. 

El horizonte era terroso, casi desnudo de vegetación. Fidi era el único emocionado. Empezó a especular qué clase de víboras y animales salvajes podrían existir. 

En Torreón había montañas —panorama que San Antonio no ofrecía—. Había ranchos rodeados por colinas plomizas que se armonizaban con otros cerros como si fueran un rompecabezas.

Papá estaba en la estación, al igual que casi todos los pobladores. Desde que el tren llegaba a diario, el arribo de los pasajeros era un evento imprescindible. 

Pensamos que pasaríamos desapercibidos, pues parecíamos cualquier extranjero de cualquier otro lugar. Sin embargo, los mexicanos nos vieron extrañamente. 

Los mexicanos de Torreón, en comparación con los mexicanos que vivían en San Antonio —que eran bastantes de verdad—, parecían mucho "más" mexicanos. 

Los hombres vestían pantalones y camisas de manta, con los traseros holgados; llevaban huaraches y grandes sombreros de paja o de fieltro en sus cabezas de cabello oscuro.

Subimos a los coches y caminamos por las calles terrosas, todavía no pavimentadas. Pasamos sobre las vías del tren, que daban directo al centro de la ciudad. 

Sobre las vías había vagones de carga que estaban a punto de arrancar y otros que amenazaban quedarse eternamente estáticos. La gente caminaba alrededor de ellos y a veces se atrevía a pasar saltando la rótula que los unía. 

Más allá de las vías se podía observar una colina arenosa, erosionada, que parecía estar también en el centro de la ciudad. 

No parecía nada importante, era nada más un cerro de buen tamaño en el que años más tarde Papá construiría una gran casa de piedra gris; una colina a la que Francisco Villa, durante la Revolución, subiría con sus armas para pelear por la toma del pueblo.

Torreón era en aquel entonces muy pequeño y se concentraba en los alrededores de la estación del ferrocarril. 

Es más, si no hubieran pasado por allí las vías del tren no hubiera existido el pueblo. Los cerros de la región abrigaban una gran variedad de metales útiles. 

Y gracias a la bienvenida de Porfirio Diaz, muchos extranjeros llegaron con la consigna rápida de extraer estos metales. 

En consecuencia, otras personas se dieron a la tarea de proporcionarles bienes y servicios”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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