Cultura

Nuestra experiencia del capitalismo (3): el minisúper

  • 30-30
  • Nuestra experiencia del capitalismo (3): el minisúper
  • Fernando Fabio Sánchez

Mientras tanto en el planeta de las palindrómicas Ox…

Entrar en uno de estos supermercados —las misceláneas de nuestros tiempos neoliberales— nos salva del calor (qué buena refrigeración tienen allí). 

No hay garantía, eso sí, de que saldremos a tiempo para realizar otras labores. Tampoco que nos regresen el cambio completo. A veces redondean sin si quiera preguntar. Es un robo a plena cara.

Más de una vez he sentido que un Ox2 es un agujero negro que se traga el tiempo, más que nada si hay un cliente en la fila —o más de uno— que desea recargar tiempo aire para su teléfono o pagar un recibo de servicios domésticos o realizar un depósito en una cuenta bancaria.

Esa es quizá la clave de estos minisupers. Pese a la larga paciencia que se requiere —a prueba de errores de sistema—, hacer los pagos allí y comprar lo más indispensable ahorra tiempo. Un tiempo corto por un tiempo mayor. De los males, el menor, como dice el dicho.

Los Ox2 son entonces un vórtice del universo. Allí no sólo podemos realizar las transacciones que nos evitan ir al banco o a las dependencias de gobierno, sino que podemos encontrar una variedad extensa (casi todo lo que existe) de productos altos en azúcar, conservadores y sal, entre otras sustancias que asimismo pueden ser letales.

Y aquí no incluyo las bebidas alcohólicas, pues en los primeros días de la pandemia, quedó claro que son artículos de primera necesidad. Que cada uno elija su veneno.

Los Ox2, con sus casi 20 mil sucursales en México, podrían ser uno de los reflejos más files de nuestro consumo diario. 

Si fuera nuestro terapeuta, nos daría las causas de la diabetes, la alta presión arterial y el sobrepeso que, según el amo gobierno, nos han estado matando en los últimos meses (y no el Covid).

Nuestros demonios vienen envueltos en papel plateado o transparente; están embazados en plástico, en vidrio o en aluminio; o son los productos de siempre, pero a un precio que asalta la economía familiar.

Tienen harto sabor y producen alta euforia. Y si nos alcanza por fin el apocalipsis de los zombis, la mercancía de estos supermercados sobrevivirá a la radiación de las catástrofes y aplazará por no sé cuántos meses la putrefacción; así que no está de todo mal.

Parecería que llegamos otra vez a la idea de que los Ox2 ofrecen tantos males como beneficios. Esas son las paradojas de nuestro sistema capitalista. Nos dan muerte por vida, y viceversa.

Y aunque parece que no hay escapatoria, no dejo de preguntarme, ¿por qué no pudimos hacer que proliferaran tiendas de conveniencia que distribuyeran otro tipo de comestibles? 

¿Por qué tuvimos que aceptar —y al mismo aficionarnos a— la dieta neoliberal del minisúper?

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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