Cultura

Los muertos son el árbol y nosotros el cielo: Meditaciones

  • 30-30
  • Los muertos son el árbol y nosotros el cielo: Meditaciones
  • Fernando Fabio Sánchez

A los muertos les debemos la vida. El rostro que encarnas y que encuentras en los selfis, el espejo y el rostro de los demás, alguna vez fue de ellos.

Vivieron su tiempo. Olieron la flor. Comieron con delicia. Soñaron sus propios sueños.

Los muertos ya se han ido. Aparecen, sin embargo, en los caminos de nuestra memoria. 

Pronunciamos su nombre y una versión de ellos, la mejor, se reconstruye como una fotografía íntima.

Y es que los muertos son voces que rondan nuestra conciencia. Algunas veces tienen rostro. Otras veces son impulsos tan antiguos que parecen suplantar al mismo instinto.

Nos enseñaron la potencia de la brevedad, el orden hacia delante del tiempo, nunca hacia atrás, y que la vida es ir perdiendo todo —y a todos— poco a poco.

Los muertos son nuestro carácter. De ellos tomamos el fruto. Ahora, nuestra mente es el árbol y ellos, en ella, dan fruto.

Durante los años 171-175 de nuestra era, el emperador Marco Aurelio escribió, posiblemente durante noches de insomnio en las campañas militares en Europa central, una serie de meditaciones.

Sentado a la mesa y concentrado en el papel que la pluma iba cambiando y revelaba un diálogo consigo mismo, una serie de palabras que iban separando su voz de la voz de sus ancestros y de aquellos que, en la historia, lo rodeaban.

El emperador inicia el Libro I así:

MI ABUELO VERUS

Carácter y auto control.

MI PADRE (DE MI PROPIA MEMORIA Y DE ACUERDO CON SU REPUTACIÓN)

Integridad y masculinidad.

MI MADRE

Su reverencia por lo divino, su generosidad, su falta de habilidad para no sólo hacer el mal sino para siquiera concebirlo. Y el modo simple en que vivió, que nunca se pareció al de los ricos.

MI TATARABUELO

Evitar las escuelas públicas, contratar maestros privados muy buenos y aceptar el costo de ello como dinero bien gastado.

MI PRIMER MAESTRO

Nunca favorecer a un lado o a otro en las carreras de carros, o a un peleador o a otro en los juegos. 

A soportar incomodidades y no ser demandante. A hacer mi propio trabajo, a concentrarme en mis propios asuntos y no tener tiempo para charlatanerías.*

El libro I de “Meditaciones” nos abre la puerta al corazón de Marco Aurelio. Nos habla de sus muertos. 

Allí están sus voces. Extrajo el fruto de ellos alguna vez y ahora él es el árbol.

Corren los días en que recordamos a los muertos. Pero ellos tampoco se han ido. Son nuestro carácter. 

Habitan nuestros genes. En nuestra mente y cuerpo, viven en el aire. Somos, en realidad, su cielo.

*Traducido de “Meditations” de Marco Aurelio (Modern Library; trad. Gregory Hays)

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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