Perseo, hijo de Zeus y de la mortal Dánae, derrotó al monstruo marino Ceto y liberó a Casandra del castigo de Neptuno, señor de los océanos.
El arma letal fue la cabeza de Medusa.
La Gorgona vivía del otro lado del mar, allí donde está la noche, y convertía en roca con su cabellera de serpientes a quien osara mirarla.
Después del banquete de liberación de Casandra, alguien preguntó:
“¿Por medio de qué fuerza o astucia, Perseo, cortaste la cabeza de Medusa, coronada por serpientes?”.
Entonces el héroe contó sobre la cueva escondida debajo de las frías pendientes de Atlas, morada de las Greas, hijas gemelas de Fórcides, que compartían un solo ojo para ver y que el héroe astutamente robó.
Luego atravesó terrenos inexplorados, una región estéril de rocas y árboles malditos, donde habitaban las Gorgonas.
A lo largo del camino, vio a los hombres y animales que Medusa había convertido en piedra.
El héroe usó el escudo de bronce en su brazo izquierdo para ver el reflejo de Medusa.
Y mientras ella y las serpientes dormían profundamente, cortó la cabeza de un tajo. Pegaso, el caballo alado, y sus hermanos nacieron en ese instante.
Perseo continuó narrando sobre sus largos viajes y los peligros que encontró; sobre los mares conocidos y las estrellas que casi tocó gracias a las alas de Pegaso.
Cuando terminó de contar, alguien preguntó, deseoso de saber más: “¿Y por qué solo Medusa, entre sus hermanas, poseía serpientes en vez de cabellos?”.
Y el héroe contestó: “Medusa alguna vez fue muy hermosa y asediada por los hombres. La belleza de su cabellera no dejaba de causar admiración.
Conocí a alguien que recuerda haberla visto en aquel tiempo”.
“Dicen que Neptuno la ultrajó en el templo de Atenea. Cuando ocurría la escena, la diosa tornó la mirada y escondió sus castos ojos detrás de la égida.
Pero, para que el crimen no quedara impune, transformó los cabellos de Medusa en serpientes repugnantes”.
“La diosa ahora lleva ese signo en el pecho de su armadura, para horrorizar a sus enemigos”, concluyó Perseo ante todos.
*Traducción y selección personal de “Metamorphoses”: Ovidio (Hackett; trad. Stanley Lombardo).