Cultura

El editor y el colaborador: La locura

  • 30-30
  • El editor y el colaborador: La locura
  • Fernando Fabio Sánchez

El cirujano estadounidense William Minor, interno en una celda del bloque 2 del Manicomio Broadmoor para los dementes criminales y que empezó a enviar entradas para el diccionario Oxford, había nacido en la isla de Siri Lanka en junio de 1834.

Sus padres eran misioneros cristianos y descendían de Thomas Minor, un padre fundador que había llegado 10 años después de los primeros barcos de colonos peregrinos.

El matrimonio, Eastman Strong y Lucy Minor, era parte de la aristocracia de Nueva Inglaterra. Él había aprendido el oficio de impresor y montó un taller de imprenta.

No obstante, ella sintió el deseo de abandonar su vida establecida y próspera en Boston para irse a oriente a diseminar la fe del cristianismo protestante.

Llegaron a una base británica y vivieron en la misión local. Allí nació William y después su hermana Lucy.

Pero la madre murió de malaria y el padre se quedó solo al cargo de los niños. Sin perder mucho tiempo viajó a la misión de la península de Malaya y allí se buscó una segunda esposa, Judith.

La nueva pareja tuvo más hijos; algunos sobrevivieron.

Fue a los trece años cuando William, según les contó a sus médicos en el manicomio años después, empezó a experimentar pensamientos lascivos.

Algunas religiones ven en Sri Lanka el lugar donde Dios había puesto el paraíso terrenal, con árboles de canela y coco, plantas de café y té, y magos y anacardos, y donde hay zafiros y rubíes, y elefantes y leopardos.

En sus playas corrían muchachas con piel moka, riendo y desnudas: piel mojada y brillante, y los pezones apenas como un capullo, y el cabello largo y las piernas retozonas, con flores insertadas en la oreja, que jugaban o corrían sin vergüenza en la arena mientras regresaban a casa.

La visión de esas mujeres iba a perseguir a William Minor a lo largo de su vida, y quizá también la culpa de sentir deseo sexual en el interior del paraíso.

Su padre lo envió a los Estados Unidos y un tío lo acogió en Connecticut. Allí se dedicó a estudiar y fue admitido más tarde en la Universidad de Yale. Se graduó de médico cirujano en 1863 a los 29.

La Guerra Civil había empezado dos años antes y William Chester Minor de Yale se unió al Ejército de la Unión. 

A los cuatro días de enrolarse, sucedió la batalla de Gettysburg, una de las más sangrientas de toda la guerra.

Pero Minor permanecía en New Haven, ocupándose de los heridos y lesionados desde la distancia del frente de batalla como quien ve las olas del mar disolviéndose a sus pies.

Más tarde, en 1864, Minor fue enviado a Virginia y allí de pronto presenció de primera mano la violencia del campo de batalla, las explosiones, los disparos, los incendios; y luego, la gangrena, la suciedad y las amputaciones; la enfermedad, los gemidos y los gritos, todo de pronto había llegado a él como una ola que lo arrastraba a mar a dentro y, asimismo, hacia la locura.

Aunque no sólo fue la violencia de la guerra el origen de su descomposición mental. Fue también la realización de un acto indescriptible.

Ocurrió que uno de los 150,000 irlandeses que luchaban con el Ejército de la Unión salió huyendo del campo de batalla, obviamente aterrorizado.

Se montó un juicio y se le sentenció a recibir un metal al rojo vivo, en forma de una D (la inicial de “desertor”) en la mejilla, mientras que alguien más le dejaba caer pólvora en la piel quemada para producir una irritación todavía mayor.

Los oficiales de la corte determinaron que el nuevo médico, el graduado de Yale, le administrara el castigo al desertor, y William Chester Minor lo hizo.

De allí no hubo regreso. Empezó a escuchar voces y a ver espíritus; su paranoia le dijo que los irlandeses andaban tras de él para matarlo.

En espera de una mejoría, Minor se avecindó en Londres.

Una noche mientras caminaba por las calles de la ciudad sintió que los irlandeses venían por él.

Y la fantasía se materializó en un hombre que recién había salido del trabajo y que caminaba hacia su casa, y Minor lo empezó a perseguir en la oscuridad y la niebla hasta que lo asesinó de un tiro.

Fue el primer asesinato por arma de fuego en Londres.

Minor fue llevado a juicio y declarado inocente por insania. Así había llegado al manicomio.

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