Política

Semillas

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Está ocurriendo a todas horas, todos los días, en todas partes. Y va en aumento. Su expansión es profusa como la pandemia misma. Apenas la semana pasada había 32 casos vejatorios, lacerantes, discriminatorios. Ayer, viernes, ya sumaban 140 actos denigrantes usando como estandarte y pretexto el covid-19.

Tenemos el registro porque una institución pública se ha dado a la tarea de ir registrando, día con día, las llamadas de auxilio y quejas: el Conapred (una proyección, mesurada, calcula hasta cuatro veces más actos discriminatorios por cada uno que se denuncia y registra).

Es la normalidad de estos días en un país que no ha estado del todo exento de uno de sus peores males: la inquina. La discriminación la hacemos todos. Somos todos. El vecino. El familiar. Uno mismo.

Se está expresando en nuestro barrio, en el conjunto habitacional, en casa, en la calle. En los supermercados. En el transporte urbano. En las oficinas públicas y privadas. A la entrada del hospital público. Contra las enfermeras, doctores, camilleros. En los pasillos de fábricas y maquiladoras. En el banco. En los centros de asistencia social. En las redes sociales.

Son semillas:

Una enfermera, de un edificio modelo, en barrio residencial capitalino que es señalada, conminada a bajar por la escalera. “Te pedimos no uses el elevador”. Su contacto en el nosocomio del IMSS donde trabaja es de alto riesgo para el conjunto de vecinos. Hay niños, personas mayores. La vida está de por medio.

La vecina que es exhibida, denunciada por otro vecino en las redes. Que ha subido una foto de archivo y les ha advertido a los usuarios del Facebook que esa chica, la que vive al lado, tiene el coronavirus. Cuidado. Se advierte. Está contagiada.

En Coahuila, un seropositivo del que han aprovechado la vulnerabilidad de su situación frente al covid-19 y lo han presionado a firmar su finiquito y dejar el trabajo.

La multiplicidad de estas imágenes son el espejo del país. Los insultos, burlas, amenazas, maltratos. Casi ninguna entidad se libra. Ciudad de México y el Estado de México, las entidades con mayor registro del odio. Pero igual se expresa en Hidalgo, Guanajuato, Sonora o Yucatán. Incluso, la aversión ha suscitado agresiones físicas al personal médico en Nuevo León, Jalisco, Tabasco, Morelos...

Son las semillas. El acto seminal que inaugurará una era nueva. Un tiempo que cada vez nos está cercando más y que se dibuja enardecido de rabia. O se negará que no se augura más furia, una ira que vendrá impune, institucional y callejera. Acaso no se presagian saqueos, disturbios, linchamientos. Más pretextos, justificación de bandidos, resquemores de resentidos. Tiempos nuevos para la exaltación del prejuicio, de los propagadores del miedo, de las bravatas beligerantes, campañas de autócratas.

¿O no? Porque de empatía tenemos lo que nos importa nuestra dignidad patria.

Ayer mismo. Pasadas las 13 horas. Apenas y se logra esquivar al indigente. Un brinco impulsivo de alejamiento, de despecho. Calle Artículo 123. A dos cuadras de MILENIO. Se arrastraba, andrajoso. Repulsivo olor a orines, sudor, excremento. Algo balbuceó, gutural, escupiendo a bocajarro. Le di la vuelta con sensación de vomito en estómago. De suerte que llevaba el cubreboca.

Hoy, los registros son semillas. La violencia está por florecer. 

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Fernando del Collado
  • Fernando del Collado
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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