Cultura

Los discos del 2016 (primera)

Cuando se plantea que dados los tiempos que corren de “bajar” canciones, la idea del álbum como tal ha perdido vigencia, en lo personal volteo a ver y no me alcanza el tiempo para escuchar tantos discos que ameritan varios recorridos completos, de la primera a la última pieza. Y para muestra, todos los botones que se presentan enseguida, sobre todo para resaltar que las obras permanecen y las personas nos vamos: ahora parece que interesa más hablar de famosos que de producciones artísticas.

Un recorrido por lo que pude alcanzar a escuchar como se debe y que terminó gustándome: no solo canciones, sino obras completas… a la vieja usanza, algunos de ellos en el formato de vinil, otros en las plataformas virtuales de confianza. O sea, que la fisicidad sigue rifando y ahora convive con otras posibilidades de acceso.

Omnipresentes

Cuatro discos aparecieron en los primeros puestos de prácticamente todas las listas de lo mejor del 2016 y se constituyeron como obras sustantivas tanto para sus autores como para la música popular en general. Seguramente van a estar presentes cuando se haga el recuento de esta década que avanza en su segunda mitad tras un año convulso y lleno de (malas, la mayoría) sorpresas. Muchas despedidas pero también varios debuts que acaban por resultar esperanzadores, sobre todo para las nuevas generaciones de escuchas que vienen con un sólido bagaje.

Dos artistas icónicos nos dejaron. David Bowie se fue a su estrella negra en definitiva, después de toda su odisea espacial: con Blackstar, un aliento final en clave freejazzera, convirtió su muerte anunciada en materia artística imperecedera: finalmente, el chico del espacio o el Mayor Tom encontraron destino definitivo. Leonard Cohen siguió iluminando la anhelada oscuridad, en donde el deseo y el deceso conviven sin pudor, con el testimonial You Want It Darker, acaso preparando de manera involuntaria su despedida, entre poemas cantados que recorren el abanico afectivo de las relaciones humanas.

Entre pesadillas sumergidas en engañosas y asfixiantes albercas de plata, Radiohead volvió para entregar A Moon Shaped Pool, viaje organicista al lado intermedio de la luna, como si nos convirtiéramos en extraños selenitas huyendo de la hoguera acusadora: su mejor obra desde los inicios del siglo. En tanto, Nick Cave & The Bad Seeds, en tanto, grabó Skeleton Tree, en su mayor parte antes de la muerte del hijo adolescente del compositor australiano: la fragilidad crece no solo en la pérdida y el dolor, sino también en la necesidad. El hombre y sus colegas en plena capacidad creativa para compartir sentimientos profundos.

Debuts

Una de las mayores promesas de la música británica, que ya había dado muestras de su talento compositivo soportado por una formación clásica es Anna Meredith, quien editó Varmints, su primer largo tapizado de una electrónica con sólidas estructuras vocales, mientras que los de Chicago conocidos como Whitney entregaron con plácida suavidad y sutileza Light Upon The Lake, justo para respirar a la orilla de la felicidad. En tanto, Human Ceremony del trío de Brooklyn Sunflower Bean navega con bandera del dreampop impulsado por influjos psicodélicos. Las amigas de la infancia, ahora nombradas como Let’s Eat Grandma, entregaron el misterioso I, Gemini: como ir por el pasillo de un hotel del que nunca podrás salir, entre peligrosas atracciones.

El country se vio energizado con un par de debuts femeninos que ponen las promesas muy arriba: Margo Price nos llevó a la granja y de regreso en Midwest Farmer’s Daughter y la cantante texana Maren Morris nos recordó de lo que se puede ser capaz con el sorprendentemente maduro Hero, su primer largo. El R&B también se vio notablemente favorecido gracias a We Are King firmado por el trío femenino King, producido con sensibilidad y gran cohesión, en la tesitura de For All We Know carta de presentación de NAO, cantante y compositora crecida en Londres con sangre funk recorriendo su vena artística.

Gratas revelaciones desde Australia: el trío The Goon Sax, uno de cuyos miembros es hijo de Robert Forster (The Go-Betweens), se presentó con Up to Anything, obra que recorre un pop de acento británico de tradición, tomando las cosas con calma; también de la gran isla o pequeño continente, conocimos a D. D. Dumbo, el proyecto de Oliver Hugh Perry, quien grabó con lances eclécticos de rítmica internacionalista Utopia Defeated. Además, Julia Jacklin presenta su grácil combinación de folk, pop y country revisitado en Don’t Let the Kids Win, mandando mensajes claros de una buena vez.

Motion Graphics es un interesante proyecto del diseñador Joe Williams, enclavado en la electrónica que busca capturar secuencias entre cotidianas y atmosféricas, con vocales cercanas al R&B: el homónimo Motion Graphics es su primera coordenada; por su parte, el alemán Mitchel Van Dinther, conocido como Jameszoo, se dio a conocer con Fool, lúdica propuesta que combina una electrónica jazzeada con todo y caja de música, como si acompañara algún dibujo animado surrealista.

Con un particular folk psicodélico con acentos rockero, el cuarteto Heron Oblivion, integrado por personajes conocidos de la escena, tuvieron a bien producir el álbum homónimo Heron Oblivion: ojalá el proyecto continúe. Por ahí transitó el quinteto Blossoms, aunque con algunos acentos cercanos al britpop como se dejan escuchar en su ídem Blossoms. Más en la línea de un pop enervado sin descuidar la construcción melódica, Public Acces T.V. levantó la mano desde Brooklyn para entregar Never Enough, y eso que apenas empiezan. The Frightnrs, grupo del barrio de Queens, entregó Nothing More to Say, enclavado en el revival del reggae con una convicción a prueba de oportunismos

99.9% es el primer lanzamiento como solista del conocido productor Louis Kevin Celestine, nacido en Haití y asentado en Montreal; bajo el nombre de Kaytranada debuta con todo el bagaje de mezclas rítmicas que trae al cien por ciento. En clave de rap confesional, el potente álbum Islah, perpetrado por el de Batoun Rouge Kevin Gates, apareció a principios de año y sonó sin pudor a lo largo de los doce meses; por ahí mismo, la crítica social y política con humor corrió por cuenta del duo Swet Shop Boys (Das Racist y el actor Riz Ahmed, notable en la gran miniserie The Nigh Of) y su álbum Cashmere, con hiphoperos sonidos de la India.

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Fernando Cuevas
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