Con siete películas en el menú, llega a nuestra ciudad esta pequeña y accesible muestra del cine que se produce en el país galo, una de las industrias más sólidas del mundo y donde se proyectó la primera función pública, hace casi 130 años.
Marea creciente
Un joven profesor intenta crear una interacción cercana con sus estudiantes de secundaria pero tras invitar a algunos de ellos a comer y excluir a otros, empieza a generar conflictos que se potencian en una clase en la que revisaban un poema sobre la seducción y, después del comentario sexual de un alumno, él pone un ejemplo desafortunado en el que relaciona a una tímida y manipulable estudiante de 13 años (Toscane Duquesne), que vive una situación difícil con su ausente madre y un violento hermano, y que decide escribir una carta acusando al maestro de acoso, azuzada por dos conflictivas compañeras resentidas contra el docente.
No hagan olas (Pas de Vagues, Francia-Bélgica, 2024) es un certero retrato de un ecosistema escolar en donde se viven prejuicios, complicidades, simulaciones, injusticias y ataques en los que se involucran docentes y estudiantes, además de coordinadores, directivos y hasta familias, empleados de la junta educativa e incluso, en este caso, la policía. Va quedando claro cómo un malentendido, que pudo manejarse de una forma más cercana y directa, como sucedía en El salón de profesores (Çatak, 2023), se transforma en un problema de múltiples dimensiones que salen a la luz más allá de la situación inicial: amenazas de muerte, intervención de la comisaría y desprecio generalizado, recordando la situación vivida por el profesor en la cinta La caza (Vinterberg, 2012).
Escrita junto con Audrey Diwan (Happening, 2021), el director Teddy Lussy-Modeste (El precio del éxito, 2017) recupera su experiencia como profesor de literatura, que le sucedió en un colegio de París, para convertirla en una película honesta acerca de la manera en la que una buena intención docente, aplicada con poco tacto, genera consecuencias indeseables, incluyendo una invasión en la vida privada: lejos de exculparlo del supuesto acoso, el ser homosexual detona reacciones adversas, no solo entre los estudiantes, sino incluso con colegas, en un inicio solidarios pero poco a poco planteando algunas reservas, mientras el director asume la postura que da título al filme, sin mucho éxito.
François Civil se mete con pleno convencimiento en el papel del docente cada vez más rebasado y abandonado por la propia estructura, sólo encontrando cierto refugio en el apoyo de su novio (Shaïn Boumedine), en algún estudiante o en la subdirectora, en tanto que el reparto actoral funciona para darle credibilidad al desarrollo de los sucesos en la escuela, retratada por una cámara puntual y dinámica que contrasta con ciertas secuencias en otros contextos, como en los baños turcos, mientras transcurre una banda sonora enfocada en la tensión que abruma al protagonista. Queda de manifiesto la complejidad que implica la labor docente en términos de interacciones con estudiantes y autoridades, y la soledad presente en muchos momentos de su quehacer.
Autenticación necesaria
Dirigida por Pascal Bonitzer (Pequeñas heridas, 2003), El cuadro perdido (Francia, 2024) sigue a un arrogante y eficaz especialista de arte de una casa de subastas (Alex Lutz) que recibe la noticia de una abogada (Nora Hamzawi), primero inverosímil y después muy probable, de que se encontró una pintura de Egon Schiele, perdida desde 1939, en la casa de un joven obrero que vive con su madre: las grandes oportunidades, claro, conllevan enormes desafíos y riesgos. Con el apoyo de su ex esposa (Léa Drucker) y la conflictiva pero astuta y decidida joven que trabaja con él, tendrá que lidiar con los involucrados, incluyendo a los legítimos herederos y algún potencial comprador que busca irse por la libre.
A pesar de que el relato se queda corto en la inmersión dentro del mundo de las obras pictóricas milagrosamente encontradas y su apasionante tránsito –en este caso la versión sombría de los girasoles de Van Gogh del genial, vanguardista y controvertido expresionista austriaco– la cinta teje de manera fluida su planteamiento y alcanza a esbozar personajes interesantes de los que uno se queda con deseos de saber más, como la asistente y la relación que tienen con sus padres y hermana (Louise Chevillotte), y del joven (Arcadi Radeff) que a pesar de la potencial millonada que podría recibir, conserva intacto su estilo de vida: auténtico, en efecto, lejos del snobismo que se pasea por el mundo del arte, justo por el que podría optar el protagonista.