Política

Bolivia: litio, gas natural

Cuando a Donald Trump le dicen Bolivia, sus ojitos le brillan y le dicen: litio. Cuando a Bolsonaro le dicen: Bolivia, sus ojitos le brillan y le dicen: gas natural.

Cuando a la Organización Mundial de la Salud le dicen: Bolivia, sus ojitos le brillan y le dicen: reducción drástica de la mortalidad infantil y de la desnutrición.

Cuando a la CEPAL: la Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas le dicen: Bolivia, sus ojitos le brillan y le dicen: crecimiento económico del PIB sostenido más de 10 años a una tasa del 5 por ciento, la más alta en América en el decenio; reducción del analfabetismo de 13.3 por ciento a 2.4 por ciento.

Cuando a Angela Merkel, Canciller de Alemania le dicen que Evo Morales ha durado en su cargo de presidente 13 años, Angela dice: principiante.

La faceta financiera del asilo político de Evo Morales (que por lo demás, está regido por acuerdos y normas de las Naciones Unidas) no es el costo del alojamiento del asilado.

La verdadera faceta financiera está en el Salar de Uyuni, en el altiplano boliviano: miles de millones de dólares en litio puro, extraído por la empresa pública del Estado boliviano: material indispensable y precioso en la industria electrónica global.

En esta fase de la historia económica global, con la voracidad del extractivismo desenfrenado de potencias económicas que persisten en saquear recursos estratégicos fuera de sus fronteras nacionales; y en tiempos en que la rivalidad (guerra económica) entre las dos grandes potencias mundiales (la que va de retirada y la que ya ha ocupado el primer lugar cuantitativo) está hundiendo la economía mundial, la de todos, en un proceso de desaceleración, nadie puede ser tan ingenuo como para creer que el desajuste constitucional de

Bolivia es pura y simplemente un reclamo ciudadano de la mitad mayoritaria: la de oriente próspero de Santa Cruz, en la cuenca amazónica exportadora de hidrocarburos.

Sería muy inocente de parte de los analistas centrar el estudio del caso boliviano en la persona de Evo Morales.

Bolivia sufrió durante todo el siglo XX un feroz saqueo de su estaño, entonces materia prima fundamental en el proceso industrial de otros países; y que salía del territorio boliviano en mineral bruto, sin siquiera fundirlo, “dejando sólo agujeros en sus montes y en los pulmones de los mineros”.

Si nos vamos un poco para atrás, Bolivia perdió toda su franja costera y quedó sin salida al mar en el siglo XIX por la fuerza militar, ante la invasión del ejército chileno, lacayo abierto del imperialismo británico, para quedarse con toda la zona de guano fertilizante y salitre, que fue saqueada sin miramientos.

Todavía hoy existe entre la población boliviana un trauma genérico de agravio y hostilidad contra Chile por haber perdido su salida al mar.

No está de más recordar aquí que una semana antes de su sacrificio, el presidente de Chile: Salvador Allende había hecho pública su intención de reparar, de algún modo, este agravio histórico. El tema sigue pendiente. Como se puede observar, los sucesos recientes de Bolivia van mucho más allá de la figura personal de Evo Morales el cocalero; y tiene una larga historia. 


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Esteban Garaiz
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