Política

Alianza del Pacífico: peligro invisible

Suele ocurrir que para la inmensa mayoría de los mexicanos, jaliscienses incluidos, los grandes grandes problemas nacionales, que afectan su vida seriamente, suelen pasar desapercibidos.

Agobiados como andamos todos por completar el ingreso familiar indispensable, padres y madres de familia jóvenes abandonan a sus hijos menores, con jornadas fuera del hogar a las que hay que sumar, además de las 8 horas laborales, tres horas, y a veces más, de traslado en transporte público generalmente deficiente y cansado.

Al arribar a casa, la vía normal de relajarse suele ser prender la televisión abierta, que nadie juzgará como la mejor forma de estar informado como ciudadano interesado en los asuntos de importancia colectiva.

Entre esos asuntos que sin la menor duda afectan la vida seriamente de las grandes mayorías nacionales, está la definición pública, teóricamente tripartita, del salario mínimo, que es el gran punto de referencia para establecer la remuneración al trabajo de todos. Ahí está la causa de raíz de los peores males nacionales del México de hoy, incluida la desintegración de los hogares, la pérdida de los valores de la convivencia nacional, el desprecio por la vida humana, el derrumbe de la salud pública y la obstrucción a la mejora de la escolaridad.

Como pernicioso círculo vicioso, ese derrumbe de la remuneración al trabajo ha inducido a desinformación generalizada de los que somos legalmente ciudadanos con capacidad de decisión en los grandes asuntos nacionales.

Ni el tiempo ni el ingreso de las familias trabajadoras facilita que, siendo nominalmente ciudadanos, los trabajadores cuenten con la información necesaria: ya no digamos para la participación ciudadana y seguimiento de las acciones de los mandatarios (los que recibieron de nosotros el mandato); ni siquiera el emitir un voto informando cada tres años.

Es claramente el caso de las negociaciones secretas, confesamente secretas, para la firma internacional de la llamada Alianza del Pacífico, según las cuales se está comprometiendo decisiones que afectarán gravemente la convivencia e incluso la soberanía nacional, según versiones razonablemente creíbles. Todo de espaldas a los soberanos.

Sería muy ingenuo pensar que se trata de un inocente y provechoso acuerdo comercial, sin más, entre 4 países hermanos de América que hablan español, que han decidido aprovechar las ventajas comparativas de casa uno en beneficio de todos: México, Colombia, Perú y Chile.

En realidad, el asunto forma parte de un acuerdo de envergadura mucho mayor: el TPP o Acuerdo Transpacífico, que no sólo geográficamente llega hasta el otro extremo del Océano Pacífico: el Mar de China y Océano Indico. Sino que, además tiene un claro propósito hegemónico: el poder oligárquico financiero de Norteamérica; y además, una indudable consigna geopolítica: bloquear a China.

Y cuando se dice China, hay que hablar no sólo de mercancías baratas que podrían competir deslealmente con una alguna empresa nacional. Estamos hablando de algo mucho más importante para nuestra vida. China ha crecido, con el esfuerzo laborioso de su pueblo trabajador, y con la rectoría economía del Estado, a un ritmo promedio superior a 10 por ciento anual durante decenios.

Ha acumulado ahorros nacionales, que ahora ha puesto a disposición (no del todo desinteresada, pero sí muy solidaria) de las potencias emergentes volúmenes muy fuertes de capital para grandes proyectos nacionales que se organizan con auténtica cooperación internacional. Por ejemplo: en Brasil, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, Cuba. México también estaba en la lista; pero alguien echó a perder los planes.

Aquí nuestros dirigentes nacionales ahora lloriquean atribuyendo nuestro desastre económico, y aun presupuestal, a <<factores externos>>. Cuando fueron ellos los que decidieron esta vinculación absurda subordinante al gran centro del poder económico mundial.

Ningún otro país del mundo se permite el lujo insensato de exportar petróleo en crudo sin tener en el propio terreno las refinerías necesarias para abastecer su movilidad vital con el combustible producido en casa. Todos, automovilistas y peatones de camión, pagamos una gasolina irracionalmente cara y sin garantía de abasto.

Ahora, con el TPP, estamos a punto de dar otro salto al vacío. Los llamados derechos de autor serán en realidad patentes trasnacionales arrebatadas a sus verdaderos autores; y México renunciará a la soberanía jurisdiccional en su economía y los juicios se resolverán fuera México. Hasta el maíz ancestral pagará patente.

P.D. Bien por el pueblo griego soberano. También el ecuatoriano <<que se ha puesto de pie con dignidad>>, dijo Francisco.

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Esteban Garaiz
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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