Mayo ha sido, como el resto de los meses de 2024, caracterizado por romper récords en torno a la temperatura registrada. El fenómeno de “El niño” ha causado estragos desde el año pasado agravando cada vez más la situación de varias regiones del planeta, azotadas por altas temperaturas resintiendo en las ciudades con gran número de habitantes. La segunda ola de calor provocó temperaturas de hasta 40 grados el sábado 11 de mayo generando molestias en la población, con riesgo de afectaciones en la salud. Pero a esta situación, se sumó una nueva, de la que no se tenía registro al menos en la historia reciente, pues el sistema de bombeo que transporta agua al AMG presentó fallas, de acuerdo a notas, hasta 250 colonias habrían padecido la falta de líquido y se esperaba que al inicio de la semana se pudiera restablecer el servicio.
En este espacio hemos insistido en las numerosas carencias y deficiencias en la agenda del agua, a la que consideramos de manera prioritaria y que estas fallas representan uno de los principales factores de desigualdad en la población, ningún servicio básico es tan elemental como el del acceso al agua y de él dependen muchas de las condiciones que hacen habitable y funcional un asentamiento urbano. Desde hace años se han registrado restricciones a colonias enteras que dependen, si es que tienen la fortuna, de contar con pipas que abastecen de manera intermitente a la gente, en otras, como se ha manifestado, el abastecimiento es pobre y la calidad del agua simplemente no es apta para consumo humano, incluso puede representar un riesgo a la salud pública.
Son problemas viejos a los que se suman nuevas condiciones a las que, claramente las autoridades no se encuentran preparadas. Si bien las causas se pueden remontar a la sobrecarga del sistema eléctrico, es claro que no existen planes de contingencia para este tipo de eventualidades y que, por más que se reaccione de manera rápida, las acciones del gobierno estatal, también en este tema, han consistido precisamente de reaccionar, propiciando más fallas de las que ya existen. Porque debemos ser claros, las 250 colonias afectadas se suman, o bien pueden formar parte de aquellas que ya presentan deficiencias en el abasto o calidad del agua, que ya son demasiadas y que siguen esperando justicia por parte del gobierno que está obligado a garantizar el suministro del líquido a cualquier ser humano. Lo que vimos esta semana no son los efectos de una falla circunstancial, sino los efectos de años de omisiones, de reacciones a un problema que se agrava.
No sólo se trató de reaccionar, sino de abonar a la misma narrativa de buscar culpables externos antes de asumir la responsabilidad propia, de brindar la certeza que requieren los datos y explicaciones técnicas, de tomar decisiones y resolver. Ha pasado en datos sobre inseguridad y desapariciones, en coordinación con otros órdenes de gobierno, con otros poderes, con diferentes temas que hacen una regla de lo que debe ser una excepción. Es una narrativa que raya en el cinismo, pues va acompañada de un llamado al voto apostando a la continuidad de estos fracasos.
La crisis del agua es una prioridad a nivel global propiciada por los efectos del calentamiento global y hemos visto su abordaje en los debates electorales e incluso en charlas cotidianas. No es cosa menor afirmar que de la gestión de este problema depende el futuro de nuestras sociedades, es un asunto que se está convirtiendo en una cuestión de supervivencia, de poner todas nuestras habilidades y talentos para brindarnos un presente que pueda revertir un futuro que a todas luces se proyecta complicado.
Mientras esto sucede, los titulares del SIAPA y de la Secretaría de Gestión del Agua siguen sin dar la cara. Medios reportan que en los momentos más complicados y en que deben salir a dar explicaciones, es prácticamente imposible saber de ellos, en el Congreso se instaló una comisión especial, en que legisladoras y legisladores esperan los documentos que expliquen las obras necesarias para atender el problema y que fueron prometidos desde el año pasado. Bien valdría la pena otra comparecencia para conocer los avances que también se prometieron, para saber cuál es la estrategia para uno de los temas más delicados que ya estamos padeciendo.
Vendrá junio, otro mes caluroso y del que se espera al menos una ola de calor. El año pasado se caracterizó por las altas temperaturas y un temporal de lluvias retrasado e insuficiente. Este año puede ser similar. La prevención de crisis es una de las principales obligaciones de un gobierno, usar los recursos y elementos a su disposición para garantizar el bienestar de sus gobernados. Esperemos que las excusas y pretextos no consuman tanto la atención de nuestras autoridades, para que se enfoquen en sus tareas.