La vida de otros: Boris Pasternak

  • La vida de otros:  Boris Pasternak
  • Editorial Milenio

Creo que no te querría tanto, si no tuvieras algo que te hiciese sufrir, algo que lamentar. No suelo querer a los que siempre han tenido razón, que no han caído jamás, que nunca se torcieron. La suya es una virtud apagada, de poco valor. A ellos no se les revela la belleza de la vida.

Quienes son ávidos lectores quizás reconocerán el epígrafe; a diferencia de Mandelstam o Yeats, Boris Pasternak era capaz de tener esperanza sin contradicciones. Fabricante de arrabales y no de estribillos, integró el pensamiento con la reflexión política. Alrededor de los años 30 en la URSS, cualquier pretensión artística real estaba prohibida por ser una manifestación de libertad, y aun así fue uno de los mejores escritores en la peor época para escribir.

Segundo nacimiento, que devendría Doctor Zhivago, es el culmen de su obra y nuestra épica herencia literaria. Sin embargo, para mantenerse, en el período de la posguerra elaboraba más traducciones que libros de autoría propia: desde Shakespeare (Hamlet, Romeo y Julieta, Antonio y Cleopatra, Otelo, Enrique IV) hasta Goethe. Mientras las tropas de Hitler penetraban en el país, escribió con mayor ahínco sobre lo que ocupaba su pensamiento, la belleza que ilumina la existencia cotidiana y retomando finalmente el verso que había dejado. Vivió uno de los más crueles exilios interiores con tal de no prostituir su poesía en “el antro del realismo socialista”.

La barbarie, lejos de cesar, es fomentada por aquellos que poco o nada aprecian la belleza y sofisticación requeridas en el quehacer intelectual; no obstante, Pasternak corrió con suerte, a diferencia de Anna Ajmátova o Marina Tsvietáieva. La vida, al ser un receptor de la totalidad, está sujeta a su misma condición. Uno debe estar vivo. Solamente vivir. Hasta el final. Todos aquellos en los cuales él confiaba nunca tuvieron la sospecha del poderosísimo lírico que sería. El resto puede inferirse, en consecuencia. A pesar de obtener el premio Nobel, lo expulsaron del supuesto paraíso de las letras; él, sin dejos de desprecio y por patriotismo, prefirió el infierno. En el balance póstumo que hoy podemos hacer, ha ganado.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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