“Hay algo en la humildad que extrañamente exalta el corazón.”
San Agustín
Guapos, altos, inteligentes visionarios y hasta en los mejores atletas y amantes se convierten muchos de aquellos que llegan al poder. Su séquito los rodea, los aísla y en búsqueda de no compartir las mieles de la buena fortuna, sumergen a sus líderes en un océano de adulaciones y mentiras.
Este año, al igual que cada 3, comenzaron su gobierno muchos alcaldes, algunos por primera vez, otros se reeligieron y algunos incluso regresaron luego de intervalos entre sus anteriores gestiones y la que comienza.
Nuevos retos, viejas costumbres, algunos casos fatídicos, otros, no tanto, pero siempre, los gobernantes electos y su equipo se enfrentan a situaciones que deben resolver una y otra vez.
Lo que es de llamar la atención, es que es muy raro ver que un gobernante, primero: cumpla lo que prometió y segundo: que realmente marque una diferencia entre cómo sus antecesores (a veces ellos mismos) hicieron las cosas y lo que ellos harán.
Algunos por falta de recursos, de posibilidades, equipo, de capacidad, de tiempo e incluso voluntad, simplemente dejarán que la rueda siga su curso y dentro de 3 años terminarán sus períodos sin haber cambiado el curso de la historia.
Una y otra vez presenciamos ocurrencias, narrativas repetidas, atestiguamos cómo nos presentan el descubrimiento de “el hilo negro” y “el agua tibia” como si fueran hazañas dignas de un festejo y muy pocas veces vemos voluntad de cambiar desde lo profundo, abrirse a nuevas ideas, alternativas y transformación profunda.
En este mundo donde la tecnología está absorbiendo todos los procesos tecnológicos, seguimos siendo testigos de largas filas para pagar impuestos, falta de personal, sistemas y hasta papelería adecuada para realizar trámites que en el mundo digital hoy se realizan con un click.
Estos alcaldes tienen la gigantesca oportunidad de trascender en el tiempo y el espacio usando (palabras de Einstein) esa fuerza motriz mas poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica, “la voluntad” y ejercitando aquello que cuesta tanto trabajo “la humildad”.
Renunciar al ego, cuando todos los adulan, aprender a escuchar cuando sus seguidores nublan su pensamiento, embriagándolos con el ruido de sus propias voces y con ello impiden que se abran a nuevas ideas, a alternativas y a la posibilidad de reconocer que quizá hay opción de hacer las cosas mejor, es algo que implica un esfuerzo sobre humano.
Deseo que la expectativa de quienes votaron por estos gobernantes se cumpla, por el bien de los municipios, por el bien de México y también por ellos mismos.
El deber cumplido, la obra concluida, la trascendencia en la historia, dejando un legado deben ser una motivación para aquellos a quienes se les dio el voto de confianza y que hoy tienen el poder.
La soberbia aturde, aísla, ciega y lastima a todos, pero principalmente a aquel que cayó en el canto de aquellas sirenas de la adulación y falsa admiración.
Citando de nuevo a San Agustín “Ama y haz lo que amas. Fue el orgullo lo que cambió a los ángeles en demonios y es la humildad lo que hace a los hombres ángeles”.