Política

Faro en la oscuridad

“La vida es un espejo, si le frunces el ceño, te fruncirá de vuelta; si sonríes, te devolverá el gesto”

William Makepeace Thackeray

Todos hemos tenido un héroe, un ídolo, alguien a quien admiramos, un modelo a seguir, llámese un padre, un maestro, un artista, un empresario exitoso o alguien cuyo hacer y cuyo actuar mueve algo en nuestro interior que nos motiva a dar ese extra.

Durante el siglo XIX surge el término snob o esnob “sine nobilitate” que de la abreviatura del latín significa “sin título nobiliario” sin nobleza.

Ahora en nuestro México moderno, hay algunas expresiones recientes de nuestro presidente que han irritado a un sector de la sociedad, a esa clase media, a esa clase empresarial que nos sentimos pero que no necesariamente hemos demostrado ser un modelo a seguir.

Así es, a pesar de que regularmente no comulgo con las manifestaciones divisionistas que buscan dividir a nuestra sociedad, creo que en esta ocasión nuestro presidente tocó una fibra sensible.

¿Qué pasa con una sociedad que quiere y pretende ser ejemplo sin merecerlo? Que a su vez es imitadora de esa nobleza, del jet set, de los grandes empresarios, de artistas o simplemente personajes de la sociedad a quien admira, pero en el actuar, se comporta como lumpen.

Revistas de sociales, como Hola, Quién, Caras entre otras, presentan personajes, hábitos, fiestas y festejos de una sociedad que pareciera traída de mundos y lugares de fantasía, aún con un pueblo pobre, aquellas historias nos narran con imágenes, vidas, lujos y una aparente alegría solo digna de una telenovela de Televisa.

A quien mucho se le haya dado, mucho se le demandará, no necesariamente en lo económico o en lo material, pero definitivamente hay un pasivo latente pendiente de pago.

Entre más avanzamos en la vida, ya sea en lo profesional, en lo académico, en lo empresarial e incluso en lo espiritual, más gente nos observa y genera esperanzas en encontrar en nuestro actuar una respuesta modelo, mística o inspiradora.

Pero ¿qué pasa con una sociedad donde el que más tiene se comporta igual o peor que aquel menos afortunado?, efectivamente, una sociedad individualista, aspiracionista, snob, sin nobleza alguna que merezca ser admirado, imitado y quizá ni respetado.

Un hombre que ha logrado su fortuna a través de pisar a otros, arrebatar lo ajeno, de la corrupción, la mentira y el engaño, es como un terreno árido e infértil donde se busca sembrar una fina vid.

Quien no se ha dado cuenta que la sociedad nos observa al igual que nuestros hijos sin necesidad de predicar con palabras, sino con el mero reflejo indirecto de una ventana y que nuestro hacer y nuestro actuar buscan el merecimiento de las bendiciones que nos fueron dadas, definitivamente está perdido.

Nada enoja, irrita, frustra y decepciona más que la frustración de toparse con la triste realidad de aquella idealización del ídolo grosero, adicto, déspota, etc. Con quien soñamos no enseñaría el camino, pero que resulta ser de lo peor.

Basta de señalar al que no hizo, no dio, no aportó a la sociedad para justificar nuestra apatía, basta de esas ínfulas cuasi cómicas de grandeza y nobleza, cuando el actuar del individuo es más cortoplacista, mezquino y de la más baja ralea.

Claro que los zapatos le han quedado grandes a aquellos aspirantes a “Nobles” que buscan vivir como reyes, pero beneficiarse de la oportunidad desde el egoísmo.

Un país joven, con tanta pobreza y aspiraciones legítimas, merece y obliga a quienes más tienen a la altura de miras, a la gentileza, caballerosidad y a la nobleza, ya que ese actuar, se reflejará en la comunidad que nos observa.

Hago un llamado para que esa sociedad ofendida por una descripción cambie ese calificativo con la demostración de que podemos ser ese faro en la oscuridad que lleve a nuestro pueblo unido a buen puerto y demostremos lo que somos y lo que no somos no con dichos sino con el ejemplo.

Enrique Espinosa Olivar


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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