“Un gran líder no es necesariamente quien hace grandes cosas. Es la persona que logra que otros las hagan.”
Ronald Regan
Desde la escuela, la sociedad, la política, en el trabajo, etc. obedecemos ordenes o seguimos protocolos escritos y no escritos, siguiendo la directriz de un grupo de hombres y mujeres en quienes buscamos delegar la responsabilidad de encontrar soluciones a casi todos los problemas, “esos tipos”.
Ese comportamiento, donde las cosas funcionan y operan, esperando respuestas y soluciones de aquel grupo casi mágico de hombres y mujeres a los que la gente refiere como “esos tipos” quienes parecieran contar con información adicional a la nuestra, super poderes o un chip extra y cuya misión parece ser muy clara y nos dan la certeza de que su simple existencia hace que nuestro mundo funcione mejor.
¿Por qué vamos en esa dirección?, ¿Quién dijo que hiciéramos las cosas así?, ¿Y ahora qué hacemos? Y muchas otras preguntas son respondidas a veces sin necesidad de palabras por “esos tipos” A veces, la respuesta a veces correcta y efectiva y en ocasiones no.
Pero ¿qué acaso un día nos levantamos y como por arte de magia nos dice: hoy tú te has convertido en uno de “esos tipos”? La respuesta es: “No”. Conforme se avanza en las instituciones, en la vida, en la empresa, en la fábrica, política, o quizá simplemente se envejece, y en ocasiones por el mero hecho de existir, nos vamos convirtiendo en las personas que guían el rumbo de otros.
Palabras o acciones son escuchadas y observadas y son tomadas como propias por quienes buscan un rumbo o simplemente sobrevivir en un ecosistema confuso y desconocido.
¿Cuántas veces nos hemos cuestionado si lo que hacemos en la vida es por decisión propia o siguiendo las directrices, usos y costumbres o aciertos y errores de otros individuos en ocasiones visibles y en otras no?
Pero lo más importante es hacer conciencia si en algún momento de la vida, o en este mismo momento somos o llegamos a ser uno de “esos tipos”.
El liderazgo conlleva responsabilidad, premios y castigos, el rol que nos toca jugar, puede cambiar para bien o para mal, el destino de mucha gente, comenzando por nuestra propia familia, instituciones, sociedades, comunidades y quizás hasta de un país.
Sin embargo, muchas veces rehusamos aceptar y reconocer que ya no hay a quien delegar la responsabilidad de nuestros actos y sus consecuencias ya que, de un día para otro, el destino, la vida, la rutina, la consistencia, o un simple golpe de suerte nos ha llevado a ir ocupando el espacio que un día ocuparon “esos tipos”.
Ser uno de esos individuos mágicos a los que otros siguen o seguimos, casi siempre, sucede de manera rutinaria y poco evidente, pero yo digo que hay que luchar por ser conscientes de ello cuando nos toque y hacerlo con entrega y responsabilidad y saber cuándo nos toque que somos uno de “esos tipos”.
Esa pincelada en el cuadro de la vida que a veces se nos permite dar, puede o no, ser trascendente en el tiempo y la historia y si lo hacemos correctamente, con amor, entrega y generosidad, nos dará la oportunidad de cambiar el presente y el futuro para nosotros y para los demás.