Sociedad

Tenemos mucho aguante

El vagón, atestado. Y llovió. Quienes viajan en las líneas subterráneas del metro advierten el retardo de los convoyes. En el andén de la estación Chabacano, durante las horas pico, la muchedumbre se agolpa y desparrama por cuanto espacio vacío advierte. Claro: se suda la gota gorda. Y el humor cábula aflora a gritos:

–Manden vagones o los voy a acusar con sus papás, ya se la saben.

En el sector femenil del convoy no cabe un alma extra.

Medios locales reportan: más de un centenar de personas murieron este mes debido al calor extremo que golpea especialmente a regiones del norte del país. Hubo récord de demanda eléctrica.

Al interior de los vagones los ventiladores permanecen apagados.

–Échele aire al chamaco, no se le vaya a'hogar en este infierno, seño. Tenga.

La seño recibe el abanico de bambú que le extienden y remueve el aire caliente, viciado. La criatura, inquieta se remueve entre sus brazos. Patalea. El fastidio, la atmósfera caliginosa, el lento avance de los trenes no desaniman al cábula:

–Neta, los voy a acusar con sus papases, como dijo el Abuelo.

–Ojalá manden un tren vacío. Hasta afuera de la estación hay gente.

–Ya no cabemos en la ciudad. Nos queda chiquita –reflexiona la doña y pide: Hágase tantito p' allá, que hasta el resuello nos quita.

–En Jamaica y Mixiuhca comienza a bajar gente, ya falta menos…

–Para matarnos unos a otros, para eso ya falta menos.

–No se crea, tenemos mucho aguante. Y necesidad. Y el que no, pues que de todos modos se aguante. Échele aire al chamaco, dele agüita, destápelo…

Avanza el tren unos metros, se detiene a medio andén. Los policías piden no empujar, antes de entrar deje salir, atrás de la raya, atrás de la raya…

En las contrabardas de las escaleras le gente busca resguardarse de la gente, de los malhumorados, de los carteristas que andan a la caza de víctimas a quienes los uniformados advierten:

–Cuiden sus pertenencias, abracen sus mochilas, avancen, avancen, no se detengan… antes de entrar deje salir, avancen, avancen…

Es mejor no correr riesgos cuando el convoy aparece: todos quieren ingresar y la muchedumbre supera a quienes ya vienen como pasajeros.

–Avancen, avancen, no se detengan…

Un güerito, posible turista, considera imposible que no haya accidentes a diario:

–Mecsicans tener mucha paciencia. Buenos ciudadanos…

–Avancen-avancen, no se detengan…

Un anciano se abre paso a codazos y mira desafiante a quienes protestan:

–No se manche, abuelo, que puedo darle una buena desconocida…

–¿Nos damos una buena qué, nos damos una buena qué? –reta el viejo y la muchedumbre corea:

–¡Hay tiro, hay tiro!

–Serenos y aborden. Atrás de la raya; antes de entrar deje salir.

Un merenguero con su tabla repleta de dulce mercancía en alto, lanza su pregón:

–Merengues, merengues, cuántos merengues, pidalos ya.

La hora pico da fiel testimonio de la paciencia a la mexicana: desmadrosa, relajienta. Sin humor la vida sería tortura de tiempo completo. Para qué complicarla más. Al mal tiempo, su paraguas. Como pescados enlatados cabemos, qué caray, si vamos a caber en el infierno, que no quepamos aquí. Nomás no se enfaden o nos encabritamos. Para qué hacer el caldo gordo. Tenemos qué llegar a casa o se arma la gorda.


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Emiliano Pérez Cruz
  • Emiliano Pérez Cruz
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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