Política

Conciencia y mal

Cuando Hanna Arendt cubrió el juicio de Adolf Eichmann, que tiempo después quedaría plasmado en el libro que lleva el título Eichamann en Jersusalén, quedó absorta al darse cuenta de lo fácil que es confundir el mal con la obediencia y cambiar su carga dañina por un reforzamiento positivo del simple acto de obedecer.

Eichamnn, como muchos otros, obedeció ciega y fielmente lo que les fue ordenado, aunque eso era hacer el mal. A esto, Arendt lo llamó la “banalidad del mal”, es decir, el momento en que la conciencia del mal se diluye en el acto “bueno” y “deseable” de obedecer, de tal manera que el objeto del mal así como sus consecuencias dejan de importar, porque quedan cubiertas por la capa de lo “esperado” y del comportamiento “modelo” que es la obediencia.

Desde pequeños nos enseñan a obedecer y nuestros padres o maestros refuerzan esa conducta cuando premian o castigan nuestro apego a las órdenes que nos dan; sin embargo, pocas veces nos enseñan a analizar si la orden sigue una secuencia lógica, es correcta y buena o está acorde con el sentido de realidad que tenemos; esta capacidad crítica va quedando adormecida y hasta oculta, cuando ante el cuestionamiento sobreviene el castigo y la represión, es así como aprendemos a no preguntar y sólo obedecer.

Ese sistema educativo se extiende también por entre los diferentes ámbitos de nuestra vida a medida que crecemos, en uno y otro sitio se ve mal cuando cuestionas una orden o más aun, no la obedeces porque la consideras injusta, desproporcionada o mala en sí misma.

Este sentido contrario genera problemas, pues permite que se cuelen ideas opuestas en los sistemas que pretenden operar y mantener su propia sobrevivencia y que van desde estructuras sociales, religiosas, académicas, gubernamentales, civiles, etcétera.

Cada sistema está orientado a su supervivencia, incluso más allá de los individuos que lo conforman, por eso, los inconformes, los rebeldes, los que no encajan, representan una amenaza para su sobrevivencia y por eso, los sistemas se refuerzan mediante mecanismos que presentan “modelos perfectos” de seguimiento fiel y obediencia ciega.

Sutilmente se presentan “modelos” de personas mediante su designación en puestos clave y públicos, secrecía sobre sus movimientos y operaciones con intereses específicos, instauración de nuevos relatos que presentan “nuevas verdades”, etcétera.

No es casual que Eichmann haya sido uno de los capos más valiosos del ejército nazi ni el designado con el poder de otorgar vida o dar muerte a los presos que bajaban de los trenes que llegaban a los campos de concentración nazi.

Hacia el interior y para el sistema, Eichamnn era el “general perfecto”, “el ejemplo a seguir” de tal manera que, el mensaje era imitarlo y ser tan fiel y obediente como él para, en algún momento, tener el mismo poder. El sistema lo hizo y el sistema lo conservó.

Jamás reconoció que lo que había hecho estaba mal, a pesar de las reiteradas ocasiones en que se le increpó durante su juicio; ante la pregunta ¿por qué lo había hecho? Eichamnn se limitó a responder: “porque yo sólo obedecía órdenes”. Nunca presento evidencia de una mínima conciencia, él estaba convencido de que al obedecer estaba actuando correctamente. Lo demás, era lo de menos.

Ante esta “banalización del mal”, como le llamó Arendt, puede sobrevenir la desesperanza, es decir, el arrojar al vacío toda posibilidad de desmantelar sistemas y acabar con el horror de la ceguera ante el mal, o bien, podemos asumir el “cacho” de historia que nos toca vivir y resistirnos a caer en ese abismo de la obediencia miope, pero no desde el horizonte de un cambio colectivo sino desde la transformación personal de cada uno, porque el riesgo de que un día también los obedientes caigan en las fauces de los sistemas depredadores de conciencias, es muy grande y quizá, esté mas cerca de lo que creemos.


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Elizabeth de los Ríos Uriarte
  • Elizabeth de los Ríos Uriarte
  • Profesora investigadora de la Facultad de Bioética de la Universidad Anáhuac México
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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