Cultura

Amparo Dávila, un reconocimiento necesario

  • Columna de Elba Margarita Sánchez Rolón
  • Amparo Dávila, un reconocimiento necesario
  • Elba Margarita Sánchez Rolón

En marzo de 2020, Amparo Dávila fue reconocida por la Universidad de Guanajuato con el Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura, en su tercera edición, dedicada al género del cuento. Este Premio se otorga desde 2018, en conmemoración de los 90 años del nacimiento de Jorge Ibargüengoitia. La Universidad de Guanajuato tuvo la oportunidad de entregarle en su casa el reconocimiento por su trayectoria como cuentista algunas semanas antes de su muerte. Salimos de Guanajuato muy temprano, emocionados porque Amparo Dávila nos recibiría en su casa. Atravesar la ciudad de México fue largo y tardado, después de casi ocho horas, nos abría la puerta Luisa Coronel, la hija de Amparo.

Al entrar lo primero a la vista fue una gran celosía, que nos hizo pensar de inmediato en sus cuentos, la casa de “La quinta de las celosías”, donde Jana resguarda una realidad distinta.

Amparo nos esperaba en su habitación, arreglada como siempre, junto a uno de sus siete gatos; con la luz entrando desde un gran ventanal a su espalda, que no era nada comparada con su mirada generosa y su enorme sonrisa.

Nos sentamos en torno a ella: Claudia Gutiérrez y Sara Poot-Herrera nos acompañaron por parte del jurado; Geney Beltrán no alcanzó a llegar, pero mandó sus afectuosos saludos a la escritora, quien lo recordaba bien por el homenaje que le hizo el INBA en sus 90 años.

Hablamos de sus libros, de cuánto nos gustaban y el gusto que era para nosotros conocerla. Ella sonrió todo el tiempo, nos hizo sentir en casa con un simple apretón de manos. Su hija Luisa le comentó: “Mamá, vienen a darte el Premio Jorge Ibargüengoitia de literatura de la Universidad de Guanajuato; Jorge Ibargüengoitia se llama, él nació el mismo año que tú”; y entonces una sonrisa más grande se dibujó en su rostro, parecía estarlo recordando.

Le dijimos que “El huésped” era para nosotras uno de los mejores cuentos de la literatura mexicana, que el premio era por su trabajo como cuentista y nuestra presencia ahí era una encomienda del Doctor Luis Felipe Guerrero Agripino, Rector General de la Universidad de Guanajuato: entregar en su mano el Reconocimiento firmado por él que la hacía ganadora del Premio. Amparo dijo entonces: “estoy agradecidísima”.

Todo quedó grabado en nuestra memoria y la de este premio: pinturas de Pedro Coronel, quien fue su esposo; imágenes religiosas; el Premio Villaurrutia que le otorgó el INBA en 1977; y, por supuesto, su biblioteca. Todo alumbrado con la luz que la autora proyectaba sobre su espacio. Estuvo un buen rato escuchándonos con paciencia y alegría, hasta que llegó el momento de partir.

La experiencia de conocer en persona a la autora de esos cuentos inquietantes, de relatos donde la cotidianidad abre paso a lo insólito, fue definitivamente estremecedora. No había duda alguna desde el inicio, menos ese día: Amparo Dávila era la ganadora merecida de ese premio y quizá pudo serlo de muchos más, como seguramente estarán de acuerdo sus lectores. 


* Doctora, titular del Programa Editorial Universitario de la Universidad de Guanajuato.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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