¿Qué es mejor para la CNDH, tener al frente un técnico del derecho, incapaz de comprender el sentido del mundo sociohistórico en el que surgen los derechos humanos, o una persona, como Rosario Piedra Ibarra, formada en la teoría y ***praxis*** política opositora y defensora de la dignidad humana desde los primeros años de su juventud?
Ella fue víctima durante la guerra sucia de los 70 de la desaparición forzada de su hermano, Jesús Piedra Ibarra; participó en 1977, al lado de su madre, Rosario Ibarra de Piedra, en la fundación del Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos. No ha dejado de ser una activista social.
No obstante, panistas y priistas cuestionan a la señora Piedra Ibarra su filiación a Morena y su cercanía a AMLO; aseguran que no cumple con los requisitos de independencia y autonomía para estar al frente de la CNDH.
Es cierto lo de su militancia partidista y lo de su cercanía a AMLO; pero además de que de acuerdo con el artículo 9 de la ley de la CNDH, ninguno de estos hechos constituye un impedimento legal, la independencia y autonomía de una persona no se determina por carecer de ideología y de militancia partidista, etc., sino por poseer una conciencia en la que se han introyectado los valores de la libertad, la igualdad y, entre otros, el valor de la justicia y la templanza.
En efecto, las personas que tienen en los valores de la libertad y la igualdad el eje central sobre el que giran su mundo, como es el caso de Rosario Piedra, no se someten a ningún poder más que al dictado de su voluntad, fundado en el derecho y el conocimiento de la necesidad.
Enhorabuena la llegada de Rosario Piedra a la CNDH, con el personal técnico que ahí se ha formado, que sabrá aprovechar y con el ímpetu revolucionario de abolengo que la caracteriza, el organismo nacional creado para impulsar la protección, defensa y desarrollo de los derechos humanos, dejará de ser un elefante blanco.