Siendo que la mercadotecnia política vino a sustituir la política partidista, la cual busca que los ciudadanos se adhieran a la línea de pensamiento y acciones del partido que mejor refleje sus convicciones ideológicas y expectativas sociales y políticas –al PRI o el PAN, por ejemplo–, si la influencer Mariana Rodríguez, esposa del gobernador Samuel García, resulta ser la candidata a la alcandía de Monterrey por el MC, fácil gana la elección.
Y ésta alta probabilidad de éxito electoral de Mariana, tiene encabritados a los prianistas. Parece que no esperaban que los emecistas amenazaran con el “As de Oro” de las redes sociales. De inmediato se acusó al gobernador de nepotismo. Dardo que no da en el blanco, porque sería el voto popular el que daría el cargo de alcaldesa a Mariana, no Samuel García.
Los prianistas tienen mucho miedo al monstruo que ellos mismos engendraron, inmediatamente después de la liberación de la política. Es decir, enseguida de la reforma política de José López Portillo efectuada el año de 1977: la mercadotecnia política.
La mercadotecnia política, o political marketing, por ser un conjunto de estrategias técnicas para vender todo tipo de mercancías y servicios, convierte al ciudadano en un simple y enajenado consumidor, y a los candidatos a los cargos de elección popular, en mercancías.
En esta tesitura, si de lo que se trata es de ofertar las mejores marcas para el servicio público, los centros de investigación jurídica, política y sociológica, entre otros, son sustituidos por agencias de publicidad.
En este mismo orden de ideas, si lo que importa en el mercado de la contienda electoral es la marca –no el patrocinador o empresa que la oferta–, en los partidos, ahora percibidos como empresas que ponen por delante el signo de pesos, se mandan al diablo los principios doctrinarios e ideológicos, pues estos ya para nada sirven.
Tan es así que, como chapulines, hábilmente y sin sentir vergüenza, los políticos saltan, según sus conveniencias, de un partido a otro. En este proceso electoral los prianistas no tienen buenas marcas, y no pocos comienzan a saltar, unos a MC, y otros a Morena.