Política

La manzana de la discordia

En un país en el que el índice de estado de derecho es muy bajo y la democracia solo está en los códigos de leyes, no en las cabezas de los ciudadanos (como es el caso de México) la manzana de la discordia entre el gobierno y la oposición es la presidencia del alto tribunal de la nación porque, en gran medida, el gobierno que la tiene de su lado posee mayores probabilidades de realizar su proyecto de gobierno. Y si es la oposición la que la tiene de su lado, lo que históricamente ha sucedido en países latinoamericanos cuando el gobierno es de izquierda, ésta posee mayores probabilidades de avanzar en su agenda por medio de la judicialización de la política.

En México no había habido Presidente de la República que no tuviera de su lado la presidencia de la SCJN; fue el 2 de enero de 2023 cuando ese privilegio del Presidente se perdió al ser derrotada la candidata de Andrés Manuel López Obrador por la ministra Norma Piña Hernández, quien por medio de sus decisiones ha demostrado estar en contra del proyecto de reformas estructurales de López Obrador; así que los opositores al régimen actual deben estar muy contentos.

Pues bien, no voy a referirme al vergonzoso hecho que facilitó la derrota de la candidata del Presidente que, dicho sea de paso, exhibe el fenómeno de la corrupción académica de una escuela de derecho de la UNAM, la cual no creo exista en otras escuelas de esa prestigiada institución de enseñanza superior.

A lo que me quiero referir, más bien, es a los hechos que hemos observado en el proceso de designación de la presidenta de la SCJN, los cuales muestran que en México la autonomía del Poder Judicial y la independencia de los jueces solo existen en la ley, no en la realidad, por supuesto, con honrosas excepciones de juzgadores que por propio esfuerzo hacen valer su independencia.

Si la autonomía del Poder Judicial y la independencia de los jueces fuera real y no se quedara solo en enunciados normativos, nos hubiéramos ahorrado el desgaste emocional de tantos dimes y diretes que se prolongaron por más de un año; primero con la intentona del Presidente por prolongar el periodo del ex presidente de la SCJN y después, durante todo el mes de diciembre, con los ataques a la ministra Yasmín Esquivel.

Lo triste de la situación es que ni en los círculos de las derechas ni de las izquierdas hubo alguien que dijera esta boca es mía para plantear el verdadero problema: la selección y formación de jueces y el acceso a la judicatura.

Los jueces que tenemos, sobre todo en los poderes judiciales locales, se seleccionan al ojo de buen cubero y se forman a la luz de la cultura del machote, es decir, copiando, que es precisamente lo que hizo la candidata del Presidente cuando era estudiante. Pues no hay en México una Escuela Nacional de la Judicatura como en otros países, por ejemplo en Francia, en la que se formen, no se deformen los jueces.

El Instituto de la Judicatura del PJF, el cual con la última reforma solo sufrió un cambio de nombre, ahora es Escuela Federal de Formación Judicial, no ha cumplido con la promesa de formar jueces virtuosos, con lo único que se puede lograr una auténtica autonomía del Poder Judicial y la independencia de los jueces. Pues, cómo va a ser posible formar jueces virtuosos con cursillos durante un año, los cuales se reducen a meros saberes instrumentales; es decir, repiten lo que estudiaron en la carrera de derecho.

Sin virtudes morales, éticas e intelectuales no puede haber autonomía de la voluntad del juez y, por ende, tampoco puede haber autonomía real del Poder Judicial. Y es el caso que la autonomía de la voluntad solo se obtiene con la posesión de los saberes esenciales e instrumentales que pide la función de juzgar, estos saberes posibilitan al juez ser un buen juez. Incluso, le posibilitan controlar sus filias y sus fobias, es decir, sus creencias, ideologías, etcétera.

¿Cómo, entonces, el juez puede hacer valer su criterio fundado en derecho sobre cualquier tipo de coacción externa, proceda ésta del titular del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo, de los poderes fácticos o de la estructura piramidal del propio Poder Judicial, si no se le forma para eso? Para lo que se le forma no es para que interprete correctamente la ley, sino para que se oriente por los vientos cálidos de la política y los intereses económicos.

Efrén Vázquez Esquivel


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Efrén Vázquez Esquivel
  • Efrén Vázquez Esquivel
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  • El autor es director científico de la Academia Mexicana de Metodología Jurídica y Enseñanza del Derecho, AC.
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