Los candidatos al gobierno concluyeron el segundo de tres debates que por primera ocasión organiza el Instituto Estatal Electoral para la renovación del Poder Ejecutivo.
A escasos 20 días para que se realice la elección, los cuatro aspirantes lucieron poco efectivos para el discurso y el debate de ideas; se basaron en planteamientos muy generales y dejaron de lado los ataques del primer encuentro en Huichapan.
Con el final de la contienda a la vuelta de la esquina, parecen abrirse las brechas entre punteros y los demás que solo están de relleno, por lo que el trabajo sucio ya no es suficiente o requerido. Sin embargo, los dos principales contendientes decidieron guardarse lo mejor para el cierre en el tercer debate del 28 de mayo en Pachuca.
Las propuestas para la Huasteca no resonaron en el colectivo imaginario, y es probable que para este día ya nadie se acuerde de lo que se dijo. Por parte de Julio Menchaca y Carolina Viggiano, quienes van a la delantera en la contienda, el tema de la obra pública, el abasto del agua y el respeto a la educación y derechos indígenas, son parte del plan de gobierno que ya conocen pues han pertenecido a pasadas administraciones.
Lo mismo de José Luis Lima del PVEM, quien volvió a sacar sus vasos con agua y demuestra que pese a su inteligencia, sigue jugando un papel de intermediario, enfriador de ánimos políticos para cuando se requiere.
El que no pudo mostrarse como en el primer debate es Francisco Xavier Berganza, quien hasta el final dijo que se portó bien pues no atacó a Julio Menchaca, pues parece haber dejado de lado su obsesión con el morenista.
No puede haber una gran conclusión del segundo debate, más que la experiencia de que se están ajustando los candidatos a un nuevo modelo de participación, que con el paso del tiempo se puede perfeccionar.
Eduardo González
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