La carencia de programas de asistencia social o programas que ayuden a la población a mejorar la calidad de vida son esenciales para el buen funcionamiento de cualquier nivel de gobierno en México y en el mundo.
No se concibe, ni siquiera en el siglo pasado, que una administración que cuenta con los recursos del pueblo, que le fueron otorgados mediante el voto, anteponga justificaciones para no atender las principales demandas sociales: alimentación, seguridad, salud, empleo, vivienda, servicios, vaya, lo normal en cualquier situación de vida.
Sin embargo, a muchos gobernantes les parece un gasto el tener que otorgar dichas acciones, o peor, no forman parte de las prioridades desde la conformación de un plan de trabajo, algo muy básico.
Vemos el ejemplo muy claro en Pachuca y Mineral de la Reforma, los dos principales municipios en la zona metropolitana, la más poblada de Hidalgo; mientras en la capital se argumenta que no hay recursos que alcancen para nada, prácticamente, en Pachuquilla se ha creado un catálogo amplio de servicios para la población vulnerable. Como sea, podrán decir, si hay una fundación de por medio, si hay o hubo gestiones personales ante el gobierno, el caso es que los resultados están ahí. Las ayudas sociales, alimentarias, programas similares, recursos para las mujeres y adultos, son una realidad por parte del DIF de Mineral de la Reforma. En el caso de Pachuca, la propia autoridad señala que para eso están los programas del Bienestar; es decir, si el presidente Andrés Manuel López Obrador no hubiera indicado pagos de pensiones a adultos, a mujeres y apoyo a jóvenes, en la principal ciudad del estado nadie les estaría dando absolutamente nada. La falta de oportunidades comienza desde la brecha que pone la propia autoridad y es algo que costará mucho trabajo resarcir, pues el daño está hecho y se manifiesta en el nivel de vida que tienen habitantes de las colonias más pobres en Pachuca.
Eduardo GonzálezTwitter: @laloflu
