El priismo de Hidalgo no ha terminado de digerir la derrota del domingo pasado y ya está volviendo a la división interna por la dirigencia, los reclamos, e incluso hasta en campaña ya para la renovación del partido.
El pizarrón de reclamos es Facebook, Twitter, WhatsApp, donde todos se tienen agregados y en donde mantenían su activismo político de campaña. Ahora se leen mensajes entre líneas, indirectas y ya se comparten fotos con logos de nombres para la dirigencia del PRI en Hidalgo.
Los 93 años del PRI no parecen ser suficientes como para abrir un canal de comunicación más institucional o de plano convocar a las bases a una gran evaluación, como dijo en días pasados el actual líder del partido, Julio Valera, a una revisión de sección por sección.
No se trata de una cacería de brujas, pero sí se debe reconocer que no hubo un buen trabajo territorial, que faltó en lo político, y que sobre todo se tiene que empezar de cero, ya que por primera vez el PRI será el partido de oposición al gobierno del estado. Se lee raro, pero así es. Morena tendrá que aprender y asumirse como el partido oficial del Ejecutivo en Plaza Juárez, con todo lo que ello implica. Y el PRI, a replegarse desde su gran sede, el cubo de Colosio, en donde se decía que se tomaban las decisiones primero, antes que en el propio gobierno.
Ahora no habrá decisiones, sino acciones. Los priistas en municipios y en sus dirigencias locales deben saber dar un paso de costado para aceptar las críticas y opiniones de todos sus simpatizantes; también deben estar abiertos a recibir los golpes mediáticos, pues estarán en parte descobijados, algo que tendrán que experimentar por vez primera en Hidalgo.
Debe haber una reflexión a fondo en el PRI, entre priistas, no entre los que se fueron por enojo y ahora quieren regresar; entre los que se quedaron y dicen que estarán hasta el final.
Eduardo GonzálezTwitter: @laloflu
