Los hechos de violencia en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) le dieron la vuelta al país; si algo será recordado cada 19 de septiembre de ahora en adelante es la represión estudiantil en contra de alumnos del Instituto de Artes, quienes radicalizaron su postura tras 21 días de paro en su escuela en Real del Monte, ante la indiferencia de las autoridades académicas de la máxima casa de estudios del estado.
La demanda original ha quedado rebasada por lo acontecido la tarde del 19S en Abasolo en el centro de Pachuca, en donde hombres mayores, en su mayoría personas ajenas a la institución, arremetieron con palos y todo tipo de artefactos en contra de estudiantes y una madre de familia herida de gravedad.
Tras dar la cara un día después, a los representantes universitarios no se les ve el rostro ensangrentado o con una rajada a la mitad del pómulo, tampoco se les vio en los videos que circularon por todos los noticieros del país tirados, gritando de dolor o recibiendo una lluvia de puñetazos y patadas; ayer en la conferencia que brindaron se les vio sin un solo rasguño.
Del otro lado, hay testimonios de personal del IMSS en Real del Monte que atendió a mujeres estudiantes a quienes les pegaron en el cuello y en las piernas con un palo, a otra con un tubo, a varias con crisis nerviosa, mientras pasaban ambulancias y patrullas.
En Pachuca, lo mismo en la Cruz Roja a donde se brindó atención primaria a los afectados, en un hecho tan indignante que quedará como una de las páginas más negras en la historia del estado, no solamente de la UAEH, sino de toda la sociedad.
Si bien es condenable la actitud de violencia con la que arribaron estudiantes a Pachuca para retener una unidad del Garzabús, el transporte universitario, también es criticable el que el rector Octavio Castillo y la directora del IDA, María Teresa Paulín, así como el presidente del Consejo Estudiantil Universitario, José Esteban Rodríguez Dávila –quien defendió su cargo en conferencia como quien cobra en una institución pública- no hayan tenido la más mínima sensibilidad y oficio político para poder acercarse a los estudiantes inconformes, a los paristas o a los manifestantes como se les quiera llamar.
Si alguien está encargado de la paz social dentro de una institución son las propias autoridades, para eso los eligieron y no pueden desentenderse por más de 20 días para luego decir que llegaron “a querer secuestrar” a una funcionaria, a quien de inicio la quieren fuera.
La Garza universitaria no es la que terminó tirada en la fuente de Abasolo, son las demandas colectivas y los gritos de expresión de todos y cada uno de los estudiantes y trabajadores que por más de 40 años han levantado la voz y han terminado despedidos, sobajados, sometidos y hasta golpeados como ocurrió el 19 de septiembre de 2023.
Resulta todavía peor el que teniendo un grupo de trabajo sólido como lo es la fracción política de la UAEH, con presidentes municipales, diputados locales, federales, funcionarios en todos los órdenes de gobierno, con una familia al frente como los Sosa que son los patriarcas de la universidad “pública”, y que nadie se haya tomado la molestia de atender, gestionar, solventar, acudir, acordar y todo lo que los políticos están llamados a hacer, antes de que ocurriera lo que ahora ya estalló.
Qué pensarán ahora los aliados políticos universitarios de lo ocurrido, recién vienen de apoyar a Adán Augusto López Hernández y también refrendaron su filiación al PT Nacional y a la 4T para 2024 con Claudia Sheinbaum. ¿Sabrán ya de lo que está pasando?