Las tradiciones en la sociedad mexicana son parte de un arraigo cultural imposible de desatender, que nos llevan a pensar y actuar de forma particular.
No importa si dice uno que no es creyente o que simplemente anda por la vida sin Dios y amo. Cada uno de nosotros tiene rasgos de la conquista ideológica que nos forjó desde hace más de 500 años.
La fe, una herramienta que nos ha sido heredada como uso y costumbre para todo, nos sirve de esperanza y de mecanismo de resignación ante lo que nos ocurre de forma cotidiana. También, la religiosidad que lleva al mexicano a ser parte de una sociedad doble moral, es justificada por la fe.
Señalar al prójimo, no hacer lo que la vida mundana ofrece, por un par de días, son actitudes típicas del Viernes Santo, que no nos convierten en mejores personas o seres humanos; formarse varias horas para comprar pescado porque así dicta la tradición, tampoco lo hace.
¿Podemos comer, pues, la carne que tanto nos gusta sin afectar a los demás?, la propia Biblia cita en los pasajes de Pablo que la determinación de suspender su alimento carnívoro fue con motivo de no hacer caer a su hermano en desgracia, no propiamente porque el ingrediente tuviera algo que ver, pero ese debate es materia de otro tipo de razonamientos.
Lo que nos compete como testigos de la realidad imperante, son los comportamientos de quienes nos rodean, de los amigos, vecinos, familiares y de los gobernantes.
En esta Semana Santa 2023, regresa parte de la alegría que nos arrebató la pandemia del covid-19, pero también es un momento para reflexionar sobre el andar cotidiano y qué hemos hecho para mejorar.
Dejarse arrastrar por la fe como un uso y costumbre en donde a la fuerza se nos obligue a pensar de cierta forma, no parece ser lo más parecido a un razonamiento honesto y transparente, mucho menos cognitivo de lo que es la actualidad.
Si usted, amable lector, desea seguir al pie de la letra los mandamientos, hágalo sin culpa alguna.
Y si no lo desea, y quiere solamente relajarse como la mayoría de paseantes y turistas en Hidalgo, bienvenido a los corredores de Pueblos Mágicos y Balnearios.
