En Tula la sociedad está molesta y no habrá fondo o acción que repare el daño que causó la inundación del 6 y 7 de septiembre pasado.
Sin embargo, alguien debe pagar los platos rotos y hacerse responsable de lo ocurrido, pues no todo es culpa de la naturaleza o las presas o las lluvias; también hay que incluir a las autoridades, pues al final del día son las encargadas de salvaguardar a la población, para eso están, para eso han sido puestas por el voto de la gente.
Las muestras de repudio que ayer hubo en calles de Tula, y desde hace varios días, en contra del presidente municipal Manuel Hernández Badillo, no son una cuestión política o personal, es la inconformidad de la gente que perdió su patrimonio o parte del mismo, que se vio trastocada en su calidad de vida, buena o mala, pero son los gobiernos los que deben priorizar la atención al ciudadano por encima de todo.
Si no dan seguridad, si no vigilan los imprevistos, si no tienen planes de prevención ¿entonces para qué están?, también hay que ser sinceros y replantear la actividad pública de una vez por todas.
El enojo de la gente en Tula es comprensible, también no se debe llegar al extremo de la violencia pero en ocasiones la sociedad actúa de la misma forma en que percibe la atención que se les brinda. El tema de Tula y los damnificados debe ser tomado tal como es, una tragedia que costó vidas y que además lastimó profundamente a la sociedad de toda la región; lo mínimo que debe de existir es empatía y conocimiento de que ante la desgracia lo mejor que se puede hacer es ayudar con todos los recursos y también saber escuchar.
Un mal momento para los gobernantes por lo ocurrido con el desbordamiento del río Tula, pero que al final pone a prueba su capacidad de gestión y de darle solución a las principales necesidades en estos momentos de apremio.
Eduardo González
Twitter: @laloflu