El oficio de la política ha sido mancillado como nunca en las últimas décadas en México y en la actualidad, en Hidalgo viene a ser uno de los puestos más desacreditados.
Las causas son por todas y todos conocidas, pero se han vuelto más evidente con las pruebas e investigaciones que de dos meses a la fecha se han revelado ante la sociedad.
Vaya usted a saber si era parte de una estrategia política –quién en su sano juicio deja los platos sucios en casa cuando sabe que va a llegar la abuela a regañar- o de plano es una simpleza de acciones al tomar ya todo a la ligera, pero el que de la noche a la mañana se estén dando a conocer corruptelas en gobiernos municipales, revisión de contratos de la anterior administración estatal en Hidalgo, y un sinfín de prácticas ilegales, resulta desalentador.
Los que creen todavía en que la vocación del servicio público es para ayudar a la gente, insisten en que hay un trasfondo en todo esto, que los problemas por los que atraviesa el estado son parte de un plan elaborado para aparentar, por un lado, que se está trabajando en combatir la corrupción, y por el otro, para aumentar el bono de confiabilidad ante la ciudadanía producto de la llegada de la 4T y Morena al estado.
Sin embargo, este asunto es más pesado de lo que se creía, involucra delitos federales, daños patrimoniales, abuso de confianza y como dice la Procuraduría, uso ilícito de las atribuciones.
Cuando a los responsables de administrar los recursos del pueblo se les indaga por robo, “huachicol”, y la inseguridad que priva en las demarcaciones, estamos ante un desgobierno de tintes anárquicos. No hay ley, porque los que están encargados de aplicarla no la usan para consigo.
Los políticos tienen una cruz muy pesada de cargar, y aquí pagan justos por pecadores; con qué cara van a llegar a pedir el voto en los municipios donde hay presidentes municipales involucrados en la denominada “estafa siniestra”, o cómo se presentará ahora un partido político en busca de votantes cuando se les vincula al robo en ductos de Pemex.
Es una gran calamidad para los que viven de esto y sobre todo para quienes en verdad buscan un cambio en la vida pública del país.
Eduardo González
Twitter: @laloflu