El confinamiento social y la pandemia han pegado en el ánimo de la ciudadanía de cara a los retos de 2021 como lo son la reactivación económica y las elecciones.
Si hoy le preguntan a la gran mayoría, muchos responden con rechazo a las campañas, los partidos y sus aspirantes, e incluso reniegan de todo lo que tenga que ver con gobiernos.
La razón es muy sencilla, el hartazgo social llevó a la desesperación colectiva y a un proceso de deshumanización que se vincula rápidamente con la actividad política. ¿Por qué?, por los años y años de promesas que no se han podido cumplir.
Hoy salen a relucir todos los errores del pasado y sobre todo se puso de moda echarle la culpa al gobernante en turno, además de al Presidente –todo un clásico- y ahora hasta a Gatell.
Y sí, ellos son los responsables de las políticas públicas para la contención de contagios, para la vacunación, para la difusión de mensajes y por supuesto para poner el ejemplo.
Sin embargo, también está la gente. Y para el resto de los incrédulos del covid ya nada importa, o nadie es necesario, de plano.
En Hidalgo las acciones para contener la pandemia han sido ya extremas. Cierre de negocios en plena crisis económica, suspensión de las actividades y la vida pública. Y con todo y eso, se siguen viendo a paseantes en el bosque, en las cabañas, en las presas, en los paseos turísticos improvisados, en la bicicleta de montaña, en los rincones de algunos Pueblos Mágicos.
Para eso no hay campaña, elección o política pública que pueda remediar o prometer una solución; tampoco hay la atención necesaria en salud para curar a todos, ni las vacunas, ni las medicinas, ni siquiera la paciencia.
¿Habrá, de una vez por todas, conciencia social frente a la crisis de salud en un año lleno de incógnitas?
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