La ruta principal de acceso para los hidalguenses al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles es la carretera México-Pachuca. No hay otra.
Ante ello, el plan de movilidad que se planteó desde el gobierno federal, fue hacer una ampliación en la parte del Estado de México, la que proviene de la CdMx, pasando de dos a cuatro carriles, más los accesos que tendrán desde el Circuito Exterior Mexiquense.
Sin embargo, se olvidaron que del lado de Tizayuca, Pachuca, Tulancingo y la zona conurbada que comprende toda la parte norte del Valle de México, no habrá más que filas de autos, retrasos en tiempos, obras inconclusas y un plan utópico de que se debe construir un tren para acceder algún día en transporte.
La realidad es que sí, el AIFA ya puede operar, cuenta con una pista aprobada, es un nuevo aeropuerto y todo lo que eso conlleva, pero para Hidalgo se esperan más beneficios directos que permitan elevar el desarrollo y calidad de vida.
Desde hace 15 años, por lo menos, se decidió fraccionar el corredor Pachuca-Tizayuca con la promesa de que habría una terminal aérea en Zapotlán de Juárez, el plan B de lo que terminó siendo el NAIM de Texcoco; pues ninguno se hizo y solamente quedaron viviendas de interés social sobre la México-Pachuca.
Ahora -y en cualquier recorrido se puede constatar- hay pocas opciones para poder contar con una planeación urbana más equilibrada. Solo resta esperar cuál será la respuesta al funcionamiento del AIFA y la cantidad de gente que deberá esperar para trasladarse desde la capital de Hidalgo a la Ciudad de México.
Ese será, sin duda, el principal reto para el próximo gobierno estatal, pues no hay una conexión directa de Hidalgo con el proyecto, del que se espera no solo que la iniciativa privada tenga una participación como proveedores, sino que haya contratación de personal y obras sociales.
Eduardo González
twitter: @laloflu