Pese al colapso de algunas instituciones financieras en Suiza y Estados Unidos, es importante recordar que la confianza, solvencia y solidez en el sistema financiero mexicano se debe, en buena medida, a la regulación prudencial aplicada según los acuerdos de Basilea III, creados a partir de la crisis entre 2007 y 2009.
Si bien tomará algo de tiempo para que esta incertidumbre disminuya, existen puntos y lecciones relevantes que las empresas mexicanas necesitan considerar para tomar decisiones basadas en datos y hechos concretos.
Un primer punto es que las empresas continúen con una prudente administración de riesgo y que la solicitud de un crédito se observe como un factor de crecimiento. Por lo que se refiere al establecimiento de límites en los niveles de endeudamiento, es necesario que el consejo de administración participe en la definición de las estrategias de solvencia y el apalancamiento, a fin de que toda la organización pueda funcionar con base a esa regla y se evite dejar la decisión a nivel administrativo o gerencial.
Recientemente, las autoridades mexicanas y la Asociación de Bancos de México se pronunciaron en cuanto a que la banca está bien capitalizada, es solvente y tiene los indicadores de liquidez en orden. Sin embargo, aún existen conversaciones en torno a si aumentarán o no las restricciones, por parte de los bancos, para otorgar créditos. Mi perspectiva es que, en México, la banca tiene recursos para que el crédito fluya al sector productivo y a las personas físicas. Nuevamente, las regulaciones han ayudado en esto, pues en los últimos 20 años las autoridades han creado y mantenido criterios para la sana administración del riesgo de crédito.
3 señales que impulsan el optimismo
En cuanto a la política monetaria del Banco de México, vale la pena mencionar que la histórica tasa de interés, que hasta abril de este año se ubica en un 11.25%, tiene los evidentes efectos en el encarecimiento de los créditos, sin que esto implique alguna afectación importante para el sistema financiero. No obstante, ante un nivel más alto de tasas de interés y un posible problema de liquidez, principalmente en ciertos sectores, la sana administración de riesgos financieros y la cautela en el otorgamiento del crédito ayuda a evitar problemas de solvencia.
Otro sector que observamos sin impactos por las turbulencias y colapsos bancarios en EE. UU. y Europa es el de las fintech y su desarrollo a nivel nacional. De hecho, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) autorizó hace unas semanas la operación en México a varias Fintech. Si bien, algunas startups del sector financiero tecnológico se han enfocado en la oferta de créditos, la mayoría de estas instituciones ha centrado su labor en la inclusión financiera.
Este optimismo en el sistema bancario de México también está relacionado con el nearshoring y el impulso adicional que está trayendo a la economía nacional. Sin embargo, en una economía ya desafiante, las empresas necesitan tomar este momento como una oportunidad para evaluar las estrategias en sus áreas financieras.