Que ya pasó una semana y el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, sigue deslindándose y saliendo al paso de sospechas de relación con el narco, después de la explosiva carta que los abogados de Ismael Zambada dieron a conocer en la que el capo relata que fue pillado cuando acudía a una cita con el mandatario estatal y el ex rector universitario, quien horas después o ahí mismo fue asesinado. Ayer de plano acudió a su hoja curricular para aducir que a fuerza lo quieren ligar con el crimen cuando él es normalista y académico con títulos de posgrado.
Que hablando del tema, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, fue muy cuidadoso con sus palabras al ponderar que una reforma al Poder Judicial puede fortalecer el sistema mexicano, pero aprovechó para recordar que dos objetivos prioritarios de Washington llevan casi una década detenidos sin que se pueda lograr su extradición: los hermanos Miguel Ángel y Omar Treviño Morales, El Z40 y El Z42, respectivamente, otrora capos de Los Zetas. Y puntualizó: “nosotros no estamos en posición de decirle al gobierno de México, a su gente, al Congreso, a los senadores, qué deben de hacer, eso se debe respetar”. Ah, bueno.
Que Jorge Romero informó ayer que concluyó una de las etapas más significativas de su vida, ya que se despidió como coordinador de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados y dio la bienvenida a Noemí Luna, designada por el dirigente Marko Cortés como la nueva coordinadora de Acción Nacional para que concluya los trabajos del actual periodo legislativo, porque el próximo lunes se publicará la convocatoria para la nueva dirigencia y él quiere ser el nuevo presidente del CEN blanquiazul.
Que por cierto, la diputada Luisa Gutiérrez Ureña se enfila para tomar las riendas del PAN en Ciudad de México, luego de que el actual presidente, Andrés Atayde, fue electo como próximo coordinador del partido en el Congreso local y al parecer ella no tiene competencia y sí el apoyo de múltiples mujeres militantes del panismo.