Que muy sonriente, mucho español y todo amigable, el embajador de Estados Unidos, Ken Salazar, llamó a una conferencia de prensa para dar a conocer un plan de gobierno… pero de México. Y vaya que las estrategias se van afinando, pues si con Donald Trump era levantar muros a diestra y siniestra con la consigna de que sus vecinos lo pagarían, de una u otra forma, ahora con el discurso más friendly posible Washington se adelanta y anuncia una barda de contención en el Istmo de Tehuantepec, como agenda de la 4T, para constreñir al máximo el cruce de los centroamericanos de la mano de la geografía.
Que el madruguete del embajador estadunidense vino dos días después de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que preside Arturo Zaldívar, echó abajo la estrategia federal de revisión de autobuses foráneos en retenes para detectar a los migrantes indocumentados, que diversas organizaciones civiles aplaudieron porque permitirá a los viajeros elegir rutas menos peligrosas en su trayecto hacia el norte. El problema ahora es que no van a pasar de la angostura del Istmo de Tehuantepec, el nuevo muro, salvo embates en masa de las caravanas, como ha ocurrido eventualmente desde hace tres años desde Honduras, Guatemala y El Salvador.
Que mientras Claudia Sheinbaum hizo un llamado a los comerciantes inconformes con el retiro de rótulos en sus locales callejeros, a cambio del logotipo de la alcaldía Cuauhtémoc, para que se quejen ante la Contraloría si se sienten amenazados por esa autoridad, la aludida Sandra Cuevas expuso ante el Congreso capitalino que el tema de la imagen visual no tiene nada que ver con una ofensa o un ataque a los artistas, pues solo se trata de unificar y poner orden, de limpiar, además de que “eso no es arte, puede ser usos y costumbres de Ciudad de México, pero no es arte”. Señaló también que en Gustavo A. Madero pasa lo mismo, con los puestos pintados de blanco y con el logotipo del gobierno capitalino, y ahí nadie dice nada.