Que el alcalde de Matamoros, Miguel Ángel Ramírez, empezará su gestión con el pie derecho luego de comprometerse a cancelar las concesiones de servicio público, en su modalidad de taxi que de manera totalmente irregular se aprobaron los regidores salientes.
El ex edil morenista, Horacio Piña, quiso premiar la complicidad de su cabildo, incluida la fracción priista, con las consabidas concesiones, lo que se había vuelto una costumbre en este municipio. El Charro Ramírez ya les advirtió a los regidores salientes que ni se les ocurra ir a Tesorería a pagar los derechos de las concesiones que se autorizaron, puesto que en la primera sesión de Cabildo de enero dará marcha atrás a esa aprobación. Se trata de solo una de las múltiples irregularidades en que ocurrió Horacio Piña, quien seguramente enfrentará juicios penales en su contra.
Que después de la toma de protesta del nuevo alcalde de Torreón, Román Alberto Cepeda González, el sábado en el Teatro Nazas, se ofreció una comida para un grupo selecto de funcionarios y priistas, entre ellos, el gobernador, Miguel Riquelme; el presidente del Congreso, Eduardo Olmos; el presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado, Miguel Mery; regidores y diputados; los secretarios Sofía García, Gerardo Berlanga; el subsecretario de Egresos, Xavier Herrera, entre otros.
El que ha brillado por su ausencia es el ex director administrativo de Salud, Víctor Manuel Rodríguez, que fue acusado de algo así como “alta traición” y perdió toda la confianza que le tenía Riquelme.
Que sólo tres exalcaldes acudieron a la toma de protesta de Román Alberto Cepeda González: Carlos Román Cepeda, Salvador Jalife y Jorge Luis Morán. Los “ex” panistas le hicieron fuchi al evento, que ciertamente se trató de una fiesta priista.
Que en Matamoros, luego de la ceremonia de toma de protesta de las nuevas autoridades municipales, los flamantes regidores y síndicos esperaron y esperaron que les dijeran dónde sería la comida de celebración. La respuesta del alcalde, Miguel Ángel Ramírez, fue: cada quien a comer a su casa. Y no hubo el consabido convivio. Así, El Charro parece que predicará la austeridad con el ejemplo. Ojalá sea la constante de toda la gestión y no solo de inicio.