Que el negocio es redondo. En Torreón parece que el espíritu emprendedor no descansa, sobre todo cuando se trata de hacer dinero, con grúas. Resulta que las flamantes unidades encargadas de levantar autos mal estacionados, en doble fila o con choferes pasados de copas, no son propiedad del municipio, sino de un funcionario municipal. Así es: juez, parte y operador. Todo un ejemplo de cómo servirse desde el poder, en lugar de servir al ciudadano.
Que el acoso es real. Si usted pensaba que a las 10 de la noche estaba a salvo de la cacería de parquímetros, piénselo dos veces. Los agentes viales, grúas e inspectores se lanzan en jauría sobre cualquier despistado que ose no pagar el estacionamiento en tiempo. A ese nivel ha llegado el “apego al reglamento”.
Que por algo será, pero en redes ya circula un meme donde aparece un tiburón gigante mordido por algo aún más feroz. ¿Qué bestia marina pudo hacer tal cosa? Según el creador del meme: un agente de vialidad de Torreón. Ni los de los canales televisivos de la Naturaleza tienen documentado un depredador tan efectivo.
Que en otras movidas, la Dirección de Tránsito y Vialidad realizó un estudio técnico que llevó a reubicar un puesto semifijo en la avenida Hidalgo, frente al 1666. El dictamen: estorbaba el paso peatonal. Hasta ahí, todo bien. El problema es que en ese afán regulador, los elementos viales andan parando un coche sí y otro también, y no precisamente por puro amor al orden. Hay videos que muestran cómo aplican el reglamento con creatividad y hasta con coreografía.
Que hablando de lo que urge, sigue sin arrancar la famosa Unidad de Vigilancia Ambiental, esa que prometieron desde 2022 y que sería la encargada de evitar basureros clandestinos, tapones en drenajes y otros males urbanos. Mientras tanto, las lluvias ya nos están recordando que no barrer el frente de la casa también es omisión
Que sí, urge que la Unidad empiece a operar, pero también urge que la gente no tire basura, no saque la bolsa a media calle y, ya encarrerados, que algunos funcionarios dejen de comportarse como dueños del circo en vez de empleados del municipio.