Que después de dos semanas complejas, especialmente la que finaliza, este lunes se reactivan oficialmente las actividades en el aparato de gobierno y poderes Legislativo y Judicial, aunque en el Ejecutivo estatal no hubo respiro en el alto nivel, dados los asuntos obligados e ineludibles a atender, que volvieron a poner a Tamaulipas en el reflector nacional.
Que en medio de la coyuntura reapareció Francisco García Cabeza de Vaca, primero para enviar condolencia a la familia Almanza y este sábado para mostrarse muy sonriente en un restaurante texano junto a dos amigos suyos, su correligionario Javier Lozano y el perredista Guadalupe Acosta Naranjo, quienes se asumieron públicamente como “parte de la resistencia y mexicanos que no se doblan”.
Que los magistrados del Trieltam regresan con la pila cargada para terminar de despachar impugnaciones, pues en un par de semanas termina su plazo para deliberar, así que empieza la cuenta regresiva para que antes del 20 de agosto se resuelvan los expedientes distritales de Nuevo Laredo y Tampico, y pueda entonces el Ietam repartir las curules plurinominales del Congreso Local.
Que la situación en el PRI parece complicarse, ahora trasciende que es la dirigencia actual sobre la que pesan demandas laborales, cuando se sabe que es un tema que dejaron pasar varios comités directivos estatales, ¿o será que los expresidentes del partido se quieren lavar las manos?, valdría la pena que Paloma Guillén ejerciera su derecho de réplica en este asunto.
Que quien se ha tomado muy a pecho eso de no ser solo funcionarios de escritorio es la secretaria de Finanzas, Adriana Lozano. Aunque su área no es de mucho territorio, sigue supervisando personalmente las oficinas fiscales, sin conformarse con el reporte que le puedan llevar a través de otros ojos; algo que ha llamado la atención porque no se había visto de sus antecesores.
Que la Fiscalía de Tamaulipas, se mantiene como uno de los principales “clientes” tanto de la CNDH como de la Codhet, que le dirigen la mayoría de sus recomendaciones, como la que se conoció recientemente de la oficina de Rosario Piedra, por presunta tortura a un migrante hondureño, aunque aquí se salva Irving Barrios porque los hechos fueron en 2012 y en ese entonces estaba Bolívar Hernández.