Que seguramente por las fechas en las que la población en general se encuentra inmersa en otros temas, la mayoría de los actores políticos que piensan jugarla en 2024, de todos los partidos, han prácticamente bajado la cortina, pero solo en su exposición mediática, no así en el diseño de estrategias o en el intento de amarres con otros grupos.
No hay duda de que también se ocupan en hacer su “cartita a Santa Clos” con algunos empresarios posibles mecenas de campaña. Todo pinta para un nuevo año intenso, lleno de alianzas… y hasta traiciones.
Que a pesar del modo vacacional de la gente, el Presidente López Obrador y la gobernadora Delfina Gómez andan con el acelerador a fondo, y eso se mostró ayer en la inauguración de la Megafarmacia en Huehuetoca, que fue ocasión para la enésima visita presidencial a tierras mexiquenses. La mandataria estatal mandó un mensaje claro: Andrés Manuel “ha demostrado que un gobierno centrado en el bienestar social es no sólo posible, sino exitoso, y en el Estado de México seguiremos este ejemplo”. Más claro ni el agua.
Que mientras todo era celebración y firmes mensajes políticos en Huehuetoca, a muchos kilómetros de ahí, Xóchitl Gálvez daba el suyo aprovechando la situación para tomarse la foto en el sufrido Texcaltitlán. Mientras, un poco más hacia en el sur mexiquense, los taxistas locales seguían realizando bloqueos carreteros para impedir el actuar de las fuerzas del orden público desplegadas en Sultepec. Esto último es consecuencia de que las autoridades estatales y federales estén tomando medidas.
Que no se requiere ser un genio del análisis para darse cuenta que este gremio transportista es una más de las víctimas de la delincuencia en la región. Son múltiples las denuncias y análisis de inteligencia que revelan su reclutamiento como “halcones” y carne de cañón enviados por los cárteles para hacer presión. Es inimaginable que los trabajadores del volante en su mayoría se hayan enrolado de manera voluntaria; se trata de la ley aquella de plata o plomo. Bien harían las autoridades en, además de poner orden, rescatarlos de ese síndrome de Estocolmo.