Que con el asesinato del diputado Juan Antonio Acosta Cano se abre una afrenta directa al partido en el gobierno por parte de los grupos delictivos que operan en la entidad pues es el funcionario panista de más alto nivel ejecutado, además de tratarse del candidato puntero a uno de los municipios de la zona caliente como es Juventino Rosas.
Habrá que recordar que el ex líder del Cártel Santa Rosa de Lima, José Antonio “N” alias “El Marro” era originario de este municipio y fue ahí donde lo capturaron el 1 de agosto, y aunque las indagatorias no apuntan aún a un responsable, no cabe duda que el crimen tiene tintes de haber sido orquestado por un grupo de la delincuencia organizada.
Que además se pone en tela de duda la seguridad de los aspirantes a las alcaldías de estos municipios colindantes con Villagrán como Celaya, Salvatierra, el mismo Juventino Rosas entre otros, pues son zona de influencia de estos grupos delictivos que han demostrado ser capaces de hacer un daño importante.
Habrá que ver cuáles son las cartas con las que van a jugar los partidos políticos en estos ayuntamientos y cuál va a ser la estrategia que seguirá el estado para salvaguardar la integridad de los contendientes pues todo parece indicar que si no se “alinean” correrán con la misma suerte.
Que esta situación vuelve a poner otra vez a la entidad en el ojo del huracán y obliga a replantear el combate a la delincuencia pues la meta ambiciosa de tener 14 homicidios por cada 100 mil habitantes en un año en promedio parece muy lejana cuando no bajamos de un homicidio doloso cada 3 horas.
Por cierto, mal se ve la senadora Antares Vázquez utilizando el artero crimen contra el diputado panista como bandera política, pues no es posible que se siga mezclando la violencia con las campañas.