Desde hace unos días, todo México y otros lugares del mundo siguen pendientes del caso de la joven Debanhi, quien desapareció en Nuevo León hace cerca de un mes y luego de casi dos semanas fue encontrada sin vida.
El caso reventó en redes sociales y gracias a eso las autoridades se pusieron a buscarla, si no hubiese sido un caso más de los tantos que se denuncian y se quedan guardados.
Más allá del misterio que hay sobre cómo desapareció, cómo murió y qué ocurrió en todos esos días, el caso deja evidencia de la lentitud en el trabajo de la autoridad y que si no se hace presión por redes sociales o medios de comunicación, las autoridades no mueven un dedo.
La denuncia y exigencia de saber qué pasó de parte de la familia de Debanhi, es una de tantas que están archivadas.
Gracias a este caso pudimos conocer parte de los procesos que se deberían seguir para la búsqueda de todas las personas, mujeres y hombres, porque sí, también hay hombres desaparecidos.
Y con esto podemos ver que no habrá recurso humano y equipo suficiente para poder encontrar a todas las personas desaparecidas que hay en México.
Lo que urge es que las autoridades pongan un alto a esta situación que se está saliendo de control, pues todas las vidas son importantes.
Los familiares de las víctimas tienen que hacer sus búsquedas con recursos propios ante la inacción de los encargados de ello, pero definitivamente las familias no deben pasar por todo esto, haciendo búsquedas con recursos propios y en campos de exterminio.
Ante la lentitud gubernamental, hoy muchos han tendido la mano a quienes se sientan en alguna situación de riesgo.
Está muy bien que como sociedad nos organicemos y nos demos apoyo, pero es algo que no debería de existir porque brindar seguridad le corresponde al gobierno.
También hay algo importante que hay que tomar en cuenta, que para poder erradicar la inseguridad y la violencia, todo debe empezar desde casa y la familia es la base para inculcar los valores, uno de ellos es el respeto y de ahí me parece que parte todo.