Política

Sin miedo al violeta

He de confesar que no siempre me consideré feminista. Hubo un tiempo en que identificarse así significaba ser señalada y vista como una mujer histérica, voluble, intolerante, “antihombres”. Reconocerse como tal, era aceptar una especie de etiqueta y, por lo tanto, segregación.

No me consideraba feminista, aunque marcara todos los requisitos para serlo, compartiera las mismas preocupaciones, molestias y objetivos. 

Desde hace un tiempo, perdí el miedo a la etiqueta, porque ahora me da más miedo ver la foto de una hermana en una ficha de desaparecida o ser parte de una estadística. Porque no conozco a una mujer que no tenga una historia de acoso, de abuso, de violencia, de ser menospreciada por su género y sentir la necesidad de callar por sentirse culpable, temor o hasta vergüenza.

Porque estoy harta del machismo escondido en bromas, de no poder alzar la voz sin que inmediatamente justifiquen mi carácter como hormonal, de que cada vez que ocurre una agresión contra una de nosotras primero cuestionen las acciones de la víctima, buscando responsabilizarla del actuar de su atacante. Si usaba escote, si fue muy ingenua, si iba sola.

Las feministas no salimos de la nada. Somos producto de una serie de limitaciones y humillaciones por parte de un sistema patriarcal que poco a poco hemos golpeado y ahora se tambalea. 

Cuando no podíamos estudiar le tumbamos un pilar, y ahora somos lideresas; cuando no podíamos votar tiramos otro, y ahora somos mayoría; cuando divorciarse era inconcebible destrozamos uno más, y ahora somos independientes; esta vez que exigimos vivir sin miedo y nuestro derecho a decidir nos violentan, por eso lo estamos quemando.

Aprendimos a derribar esos muros que nos decían que éramos nuestra peor enemiga, y entendimos que en realidad no nos querían unidas porque entonces somos imparables.

Ha pasado un año ya de la marcha que convocó a miles de mexicanas, todas diferentes entre sí, pero con el mismo reclamo de justicia para las que ya no están y de seguridad para las que estamos.

Y desde entonces la sociedad, las legislaciones y el gobierno han ido cambiando.

Ya tenemos la Ley Ingrid, la Ley Olimpia, paridad de género (aunque le falta), se castiga la violencia política contra las mujeres, hay aborto legal y seguro en Oaxaca. 

La lucha que empezamos hace décadas continúa, y todavía nos falta mucho camino por recorrer, por reeducarnos y generar espacios que garanticen la equidad e igualdad de género en un país históricamente machista.

Hoy llevo el violeta tatuado, brillante, visible, sin miedo. Quizá, un día, también te sientas lista para pasar del lado de la sororidad, en el que no callamos más, luchamos y crecemos juntas; en el que nos apoyamos, escuchamos y conformamos una unidad. Mientras tanto, este 8 de marzo, y todos los días que sean necesarios, también gritamos, marchamos y peleamos por ti, como otras, alguna vez, lo hicieron por mí. 

Punto y aparte

Cantamos victoria muy temprano, y el jueves el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Guerrero avaló la candidatura de Félix Salgado Macedonio a gobernador de ese estado; falta el resultado de la encuesta de Morena. Insisto, es inconcebible que siquiera haya sido considerado como aspirante cuando enfrenta cinco acusaciones de violación, y que el Presidente todavía se atreva a defenderlo. No olvidemos esto. 


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Dora Raquel Núñez
  • Dora Raquel Núñez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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