Desde hace unos años, el plástico ha sido el villano a vencer en la lucha contra la contaminación ambiental, pero ahora se le suma otro aliado: los accesorios para protegerse del coronavirus.
Las imágenes de botellas y bolsas flotando en el mar, o animales afectados por estos residuos inundaron las redes sociales y la alternativa fue eliminar el material del uso cotidiano. Así, las tiendas de autoservicio, y hasta los abarrotes de la esquina, dejaron de ofrecer las bolsas de plástico, ahora es responsabilidad de cada uno llevar las de tela para empacar su compra y, aunque resulta una acción significativa, termina por ser insuficiente. Nada más hay que voltear a ver lo que hay dentro de nuestras bolsas de algodón ecológicas tras hacer nuestra compra: recipientes y bolsas de plástico.
Si bien implementar cambios en nuestra vida cotidiana para aportar en el cuidado ambiental es loable, no somos nosotros, los consumidores, los que podremos generar un verdadero impacto, pues son las grandes empresas las que deben adoptar alternativas para ofrecer sus productos.
Sin embargo, la pandemia del covid-19 ha provocado que el plástico retome fuerza, al ser considerado como necesario para proteger los artículos y evitar la propagación del virus.
En los supermercados, por ejemplo, en el área de panadería cada pieza está empacada de forma individual en plástico; anteriormente podíamos elegir lo que queríamos y una persona se encargaba de colocar todo el pan en una bolsa de papel.
Las entregas a domicilio, en bolsas de plástico, dan una sensación de seguridad al cliente, pues puede ser sanitizado sin exponer el contenido.
Con la emergencia sanitaria también llegó la necesidad de utilizar protección, ahora hay otro desecho más en el que debemos poner atención: los cubrebocas.
Una mascarilla desechable puede ser utilizada de tres a cinco horas, y la UNAM recomienda que, para tirarla de manera segura, debe ser cortada en pedazos y colocarla en una bolsa de plástico, así son dos agentes contaminantes que terminan en vertederos. Un cubrebocas puede tardar hasta 400 años en desintegrarse.
La pandemia puso una pausa al combate contra los residuos plásticos y además trajo consigo otro enemigo. No podemos dejar de lado nuestra responsabilidad de portar cubrebocas para protegernos a nosotros mismos y a los demás, y será inevitable en algunos casos usar productos desechables, pero sí podemos tirar las mascarillas correctamente y reducir al mínimo los plásticos de un solo uso.
Eso es lo que nos toca por hacer, ahora falta que las grandes corporaciones hagan su parte en la pelea interminable contra la contaminación ambiental.