Es grave y peligroso que la Secretaría de Gobernación haya decidido el flujo aéreo en el Valle de México. Una vez más este gobierno actuó a la trompa-talega, pasó por encima de la ley, la ciencia, la técnica y la experiencia; decidiendo en función de su voluntarismo obtuso y criminal. Si su propósito fuera fracasar, no tomarían medidas más acertadas.
Los pilotos, sus asociaciones, los controladores aéreos y las empresas mundialmente reconocidas en esta materia han dado señales de alarma por los peligros en el manejo de ese espacio aéreo.
Las tragedias que recientemente estuvieron a instantes de ocurrir se evitaron gracias a la pericia de los pilotos que abortaron los aterrizajes, salvando las vidas de cientos de personas.
La ampliación al aeropuerto militar de Santa Lucía resultó un costosísimo monumento a la soberbia, ineptitud y corrupción del destructor de México, y no resolverá la demanda en materia de aviación en la capital del país. Según Tartufo, el aeropuerto de Texcoco iba a costar 300 mil millones de pesos; según su ex secretario de Hacienda (Urzúa), el Felipe Ángeles, inconcluso, lleva un costo directo para la nación de “casi 450 mil millones de pesos”.
Como a dos meses de inaugurado el Felipe Ángeles no vuelan ahí voluntariamente ni las moscas, el gobierno, después de ofrecer boletos baratos y de presionar a diversas compañías aéreas sin lograr su propósito, hizo valer la fuerza del Estado ante las aerolíneas del país, imponiéndoles usar el Felipe Ángeles, ahí donde ni la buena señora que vende tlayudas quiso aposentarse.
Lo cierto es que:
1) Seguirá saturado el Benito Juárez, puesto que no pueden operar simultáneamente ambos aeropuertos.
2) Según los expertos, el espacio aéreo del Valle de México seguirá siendo de muy alto riesgo.
3) Cada día será más evidente la necesidad de construir un nuevo aeropuerto, verdaderamente intercontinental, como lo demanda el turismo y el transporte de carga en la capital.
Pero hay otro agravio que no debe quedar en el olvido: de no haber sido por la onerosa y arbitraria cancelación del aeropuerto de Texcoco, a estas fechas estaríamos próximos a su inauguración y (algo de la mayor importancia) estaría dejando de operar el aeropuerto Benito Juárez y se estarían poniendo a disposición de la CdMx 746 has. (siete millones cuatrocientos sesenta mil metros cuadrados), a sólo 10 kilómetros del Zócalo, para hacer un desarrollo maravilloso precisamente donde hoy opera el viejo y saturado aeropuerto capitalino.
Un desarrollo que pudo albergar universidades, escuelas, hospitales, museos, bibliotecas, centros deportivos y mucho más en beneficio de millones de capitalinos y mexiquenses.
Ninguna capital en el mundo tiene esa oportunidad, esa que nosotros perdimos porque no hubo nadie que recluyera en un manicomio al siniestro depredador de México.
Diego Fernández de Cevallos