Policía

Psicópata de Yale

“Las comunidades tuvieron que construir su propio camino, sin libros y sin dirección”. Especial
“Las comunidades tuvieron que construir su propio camino, sin libros y sin dirección”. Especial

Tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el PRI nombra a Ernesto Zedillo como sustituto en la candidatura presidencial. “La clase política —analiza el subcomandante Galeano en la entrevista— había relevado al boy scout con un psicópata con estudios en el extranjero. Ernesto Zedillo —psicópata de Yale— jugaba este papel de timorato, de ‘yo no quiero aparecer mucho, soy de bajo perfil’, logra engañar a Salinas, lo elige como sucesor de Colosio, y luego, ya Zedillo en el poder va a revelar su verdadera cara, o sea, la de alguien que nació para traicionar: ese era su perfil, ahora lo decimos a toro pasado, entonces no lo veíamos así”.

Cada vez más a partir de Salinas, la cuota que la clase política se asigna así misma es mayor

—¿Cómo vivieron en su momento aquellas elecciones?

—Las de 94 fueron más copiosas que las de ahora (2018). Nos echaron la culpa a nosotros, que por el alzamiento la gente había tenido miedo y por eso había salido a votar para ahuyentar el fantasma de la Revolución mexicana, que mejor una transición pausada, sin violencia, etc... si recuerdan ustedes, Fernández de Cevallos va arriba en las encuestas, él va a ganar y de repente él mismo se baja, lo negoció e imponen a Zedillo, además con un porcentaje que era inapelable.

—¿Cuándo empiezan a tener contacto con Zedillo?

—Cuando ya es presidente electo, que dice que quiere dialogar, que quiere retomar lo que quedó pendiente en San Cristóbal de las Casas, en la catedral, y nombra ahora al que es su gemelo en cuanto a actitud política, que es Esteban Moctezuma Barragán, a que haga el contacto con nosotros. Como tienen la entrada por el lado de la Diócesis de Samuel Ruíz, don Samuel Ruíz insiste en que hay que entrevistarse; hacemos la entrevista y empiezan a sentarse las bases de lo que iba a hacer un diálogo cuando se da la traición de febrero del 95.

***

“Si alguna vez el EZLN —explica con tono de enfado el vocero zapatista— tenía dudas respecto a que hubiera un resultado en el diálogo con la clase gobernante, en la traición de febrero de 1995 se nos quitan todas las dudas. Tal vez alguien pueda analizar lo que pasó, porque la clase política había basado su dominio en esta capacidad de cumplir lo que promete, de no traicionarse a sí mismo: si le ofrecía a alguien algo lo cumplía y eso mantenía la cohesión, pero a partir de Salinas ya no, ya un político le puede ofrecer algo a alguien y no cumplírselo, le puede decir: ‘Vente, vamos a dialogar en mi casa’ y ahí tomarlo preso, entonces ya no hay ninguna posibilidad de cohesión social, digamos que esta forma del PRI de gobernar cooptando se había roto”.

—¿A qué cree que se deba esto?

—Nosotros pensamos que ya este avance a nivel mundial de lo que es el neoliberalismo, el capitalismo más salvaje había imbuido a esta nueva generación, los tecnócratas, de una codicia fuera de control. Digamos que para ponerlo en términos del subcomandante insurgente Moisés: habían elegido al capataz más cruel, pero además al capataz que se robaba los toretes y las vaquillas que nacían y al finquero le rendía cuentas de diez vaquillas pero habían nacido 20 y él se quedaba con la mitad… cada vez más a partir de Salinas, la cuota que la clase política se asigna así misma es mayor y mayor hasta que es desbocada y con Peña Nieto ya no conoce ningún límite. Ahí ya nosotros dijimos, no, pues con esta gente no se puede hablar, o podemos hablar pero no podemos llegar a ningún acuerdo.

Sin embargo habíamos detectado que teníamos un pendiente, que había gente afuera con la que podíamos hablar y hacer acuerdos sin imponerles nuestro terreno que era el militar. Para entonces, se supone que los que nos dirigían, la vanguardia revolucionaria, nunca nos dijo nada, entonces nosotros empezamos a improvisar, porque se supone que alguien nos dirige y nos dice qué vamos a hacer, pero no nos decían nada, estaban ellos en otra cosa, entonces yo hablé con el subcomandante insurgente Moisés, que entonces era mayor y le dije: “Pues, vamos a ver qué hacemos porque ni hay solución”, o sea estamos en un terreno pantanoso, en donde ni nos resuelven las demandas ni nos atacan, entonces ¿qué hacemos?

Entonces, yo le dije, yo me encargo de hacer bulla afuera y a ver los compas qué dicen; entonces los compas empiezan a ensayar y por eso el sub Moy es el que conoce mejor el proceso, porque a él le tocó lo que hoy es la autonomía zapatista. O sea, no llegan por los libros, no llegan por una dirección, incluso yo diría que las comunidades zapatistas están donde están a pesar de quiénes los quisieron dirigir entonces, o sea una organización vanguardista, revolucionaria, de corte marxista-leninista, bla bla, bla. Como esa vanguardia estuvo ausente a la hora de la verdad, a la hora que habría que pelear, entonces las comunidades tuvieron que construir su propio camino, sin manuales, sin libros, sin dirección y con no pocos errores, él conoce bien este proceso, está lo que hoy maravilla a quien llegue, porque ya casi nadie llega.

—Terminó siendo un parteaguas para ustedes como organización…

—Digamos que ese 94 fue el rompimiento y el nacimiento de lo que hay ahora, por dos lados, por el lado de la clase política que es este cinismo en el robo y en el despojo, sin producir nada, porque la clase política es un parásito, y por otro lado la construcción de una alternativa que con todos sus errores, fallas y subibajas, es un desafío porque le están diciendo a otra gente, se puede sin ese gobierno que estás acostumbrada a tener y puedes tomar decisiones tú misma y hacerte responsable.

Se puede sin ese gobierno que estás acostumbrado a tener y puedes tomar decisiones

La responsabilidad es muy importante para nosotros, quien hace algo tiene que hacerse responsable de eso, y las comunidades razonaban: “Es que todo lo que estamos haciendo, todo lo que hay aquí no es responsabilidad nuestra, pero nosotros la pagamos, son obras que hace el gobierno que no sirven para nada, campañas de salud que ni siquiera llegan a las comunidades”. Ahí está el elefante blanco que hizo Solidaridad en Guadalupe Tepeyac con Salinas: llega, lo inaugura y cuando se va él, se llevan todas las máquinas y médicos y queda vacío, entonces dije: “No, vamos a hacer algo nosotros y salga bien o salga mal, va a ser nuestro y nosotros vamos a ser responsables, y eso es lo que ustedes han visto en estos días que han estado aquí, una pequeña parte, porque en realidad la autonomía zapatista no es la que se manifiesta en los festejos, en el CompArte o los encuentros, sino la que se vive en las comunidades. _

(CONTINUARÁ...).

Diego Enrique Osorno



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