
A finales de 1994 estalla la crisis económica en México. El acontecimiento, sumado a los demás hechos políticos, sociales y criminales del año, genera preocupación sobre la capacidad que pueda tener el improvisado candidato oficial, Ernesto Zedillo Ponce de León, para mantener las riendas del país.
En medio de esta falta de gobernabilidad es que Zedillo, ya como presidente, traiciona la comunicación que su propio gobierno había emprendido con el EZLN, primero a través de Mario Luis Fuentes y luego mediante Esteban Moctezuma, con el fin de reanudar el diálogo y buscar la paz en Chiapas.
De esta forma, el 9 de febrero de 1995, el gobierno federal lanza una sorpresiva ofensiva militar, judicial y mediática contra los zapatistas.
“Zedillo —comenta el subcomandante Galeano— lo que hizo fue usar la traición para distraer la atención. Según lo que nosotros sabemos es que la supuesta identificación del finado sub Marcos ya la tenían desde finales de la época de Salinas, pero Salinas calculó que si revelaba la identidad de Marcos le iba a salir el tiro por la culata, porque (el supuesto Marcos) no era una mala persona, digamos, por ponerlo de alguna forma.
“Luego, a Zedillo le construye esta idea el PAN, principalmente Lozano Gracia, quien está de procurador y le dice: ‘vamos a construir el manejo perverso de los mestizos y éste maldito mexicano que viene de afuera y los malorienta y todo eso, vamos solo por ellos, por los mestizos, vamos a dejar en paz a las comunidades’.
Zedillo compra esto y dice: ‘sí, pues me saca de este problema que tengo’”.
—También tenía ya el frente abierto con el ex presidente
Salinas…
—Sí, ya está el choque entre Salinas y Zedillo, sobre quién es responsable de la crisis de diciembre: Salinas diciendo que Zedillo, que movió mal, y Zedillo diciendo que la heredó, que en realidad se gestó en 94, pero evidentemente Zedillo hizo uso de esa carta que tenía ahí para dar el golpe, no le salió, entonces fue por Raúl Salinas de Gortari, y realmente se la pasó dando golpes y golpes…
—Muy característico del sistema político mexicano…
—De hecho, todos los presidentes, desde Salinas, se la pasan así, tratan de demostrar, no que son legítimos, sino que tienen poder, que pueden gobernar: Salinas lo hizo con La Quina, Zedillo con los Salinas, Fox, pues ese yo creo que nunca supo dónde estuvo (risas), Calderón, ese sí se fue contra todos, ese sí es un psicópata completamente perdido, Peña Nieto con Elba Esther Gordillo, y López Obrador, a ver a quién le va a tocar, aunque él parece más confiado de que los 30 millones le dan el aval para lo que sea, por ejemplo, para poner a Bartlett en la Comisión Federal de Electricidad, entre otros procederes de la Cuarta Transformación... No estoy siendo sarcástico, eh.
****
La entrevista está por concluir, pero antes quiero comentar con el vocero zapatista el performance musical realizado por esos días en el Festival CompArte 2018. Uno de los actos más entrañables fue la presentación en la clausura del Batidillo Zapatista, una orquesta de cerca de 400 zapatistas, armados con violines, guitarras y trompetas, para tocar “La del Moño Colorado”, cumbia legendaria por estos lares. Como habíamos llegado antes del arranque del evento, nos había tocado presenciar también los ensayos.
—Tú lo viste cuando salía mal y no sé cómo salió al final porque yo ya no estaba— comenta el insurgente.
—Salió muy bien…
—¿Salió bien? Qué bueno, la idea original del batidillo sale en el Semillero que hubo en abril, entonces, nosotros queríamos mandar el mensaje de que había que apoyar al Concejo Indígena de Gobierno y al CNI, porque de ahí podía salir el qué hacer, cuando ya todo esto se pusiera mal, entonces, estaban estos compañeros que se inventaron sus instrumentos autónomos, que ahora ya tienen una guitarra eléctrica, pero en el primer CompArte eran una tabla con unas cuerdas y se oía a toda madre, y su batería de cubetas y todo eso, aunque la música era “La Cumbia de Marichuy” que hicieron Los originarios de San Andrés, entonces ahí todavía era mas caótico, pero sí se podía, porque cada quien entraba cantando lo que fuera y ya arriba del escenario se sincronizaban con la tonada de “La Cumbia de Marichuy” y ya todos terminaban con “Marichuy”, entonces, me dijeron: “hay que hacer el batidillo otra vez”.
—Ahora era “La del Moño Colorado”...
—Aquella vez quisieron hacer una mezcla con “La del Moño Colorado”, y para nosotros, el sub Moy y toda esa generación, “La del Moño Colorado” es una pesadilla: la primera pesadilla aquí en territorio zapatista es Salinas y la segunda es “La del Moño Colorado”, porque en todas partes tocaban “La del Moño Colorado”. Ustedes estuvieron ahí oyéndola cuatro horas y quedaron hasta la madre: yo llevo veintitantos años oyéndola, estoy hasta la madre, y yo no entendía por qué, y es que en los pueblos de más adentro de la selva se pueden tardar ocho horas bailando, porque solo se mueven así, no es como ahora que brincan, entonces así te puedes tardar lo que fuera, por eso les gustaba “La del Moño Colorado”, porque nomás se están moviendo así.
—También notamos que la cumbia tenía cierto toque de hiphop…
—Sí, “La del Moño Colorado” es de otra generación. Ahorita, si les preguntas de rock, rap o lo que sea, sí te saben los jóvenes, pero “La del Moño Colorado” no, solo los viejos la sabían, entonces, nuestra confianza era que si ya sobre la tonada de “La del Moño Colorado”, le metieran el rap o el hiphop de la letra, entonces la idea era esa, era mostrar cómo podían confluir todos en algo y controlarse para quedar callados y dejar solo uno, invitar al otro o al extraño, al de fuera, digamos, que tuviera su lugar y como quiera recalcar, aquí termina lo originario, en este caso la autonomía zapatista.
—Fue un momento muy especial de la emblemática imaginación zapatista: ver a miembros de un ejército ensayar una cumbia hiphopera sinfónica, con un guerrillero como director de orquesta…
—Es que es lo mismo que planear un combate. En el cuento, la idea original es que subía un otroa, pero ya se habían ido, y era la que iba a trazar la inclusión, no hay nada más hombre y mujer, hay otras cosas, pero ya se había ido el otroa, entonces tuvimos que usar la computadora, que además nadie vio.
***
Después de que el propio subcomandante Galeano ha dado un primer corte de la entrevista, seguirá otro momento más de conversación. El momento en que mencionará la frase “La libertad es adictiva”, que da pie al título de esta serie periodística ahora publicada.
Antes de eso, el sub le dice al crew, todavía con la cámara encendida: “Muchas de las preguntas que hizo Diego es que va a hacer un libro, no nos dimos cuenta, eh, no vamos a decir nada, porque entendemos el oficio, porque lo practicamos: yo era periodista hasta que cometí el gran error que estaba cometiendo”.
Diego Enrique Osorno