Policía

La libertad es adictiva

Una manta en uno de los caracoles que forman parte del territorio zapatista en la montaña chiapaneca.
Una manta en uno de los caracoles que forman parte del territorio zapatista en la montaña chiapaneca. Axel Pedraza

Al cerrar esta entrevista, el subcomandante Galeano responde a la pregunta sobre cómo pasará el EZLN a la historia de México.

—Ah, mira, hubo una plática entre el finado subcomandante Marcos, el subcomandante Moisés y otros compañeros y compañeras del Comité, entonces él decía que la historia de este país se puede resumir así: los pueblos indios ponen los muertos y los mestizos ponen los cargos, entonces, decía él que no importa qué pasara, la situación de los pueblos indígenas siempre era la misma, por lo que corríamos ese riesgo de repetir la historia, de que pasara algo y, por ejemplo, en este caso Marcos agarrara cargo o tuviera más atención o más desarrollo político y en las comunidades no pasara nada.

Nosotros pensamos que tenemos que luchar porque quienes hacen la lucha sean los beneficiarios y entonces tenemos que hacer a un lado todo lo que estorbe. A la hora que se decide que Marcos tiene que morir, porque estorba para mostrar este desarrollo, es una decisión con esa vista: el legado histórico que quiere el EZLN para sí es con sus comunidades, no con una figura.

—¿Cómo puede lograrse algo así?

—El EZLN parte de un supuesto de que la libertad es contagiosa y adictiva, entonces, nosotros apostamos a que si los mismos compañeros construyen su libertad, la van a defender, porque van a ser adictos a ella y no van a permitir que alguien se las arrebate o la supla por otras cosas.

 

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Unos días antes de las actividades del 8 de marzo, Día de las Mujeres, en 2018, se reunieron 160 coordinadoras zapatistas de diversas edades, provenientes de todos los caracoles. “Ahí estaba yo porque me dejaron entrar, porque así me consideran las compañeras”, cuenta Galeano, quien relata que en la junta había zapatistas de la época de la clandestinidad, o sea desde 1984, pero también de las nuevas generaciones, representadas en Esperanza Zapatista y Defensa Zapatista. Con el siguiente monólogo, el vocero rebelde rememoró el mensaje que dieron aquella vez las mujeres mayores a las más jóvenes: 

“A mí me obligaron a casarme y yo no pude decidir cuántos hijos tener… los que me iban saliendo esos eran, pero a ti no, a ti nadie te puede obligar a casarte y tú puedes decidir cuántos hijos tienes, esa fue mi lucha, es mi herencia, ahora tú tienes que pensar qué le vas a heredar a Defensa y a Esperanza, y luego ellas, cuando críen, tienen que pensar qué le van a dar a la que sigue. Siempre tiene que haber un avance, porque es nuestra lucha y es nuestro proyecto y nosotras estamos tranquilas si vemos que nuestra lucha no fue en vano. La lucha no la vemos en que nosotras vivamos mejor, que tengamos un carro, sino en que la generación que sigue ya tiene algo que nosotros no teníamos. Ustedes tienen la libertad que nosotros no teníamos: Esperanza puede ir a la escuela y nosotras nunca aprendimos español. Ahora el problema que tienen ustedes es: ¿cómo nos honran?, ¿cómo honran a los muertos? Tu deber es con los que siguen, entonces tienes que dejarle algo a ellos, y a ellos tienes que enseñarles que luchen por más y más y más. ¿Qué tanto hay que luchar? No sabemos. No sabemos cuándo va a decir Esperanza Zapatista ‘hasta aquí luchamos y ya soy libre’, eso no sabemos… esta adicción de la libertad es como si fuera una droga. Quieres más y más, así va a ser”.

 

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El propio subcomadante suele hacerle a sus compañeros zapatistas una pregunta que algunos de sus enemigos ventilan a la primera de cambio: ¿Valió la pena el alzamiento de 1994 para las comunidades indígenas de Chiapas? Galeano responde: “Esa pregunta siempre les hago yo, ustedes respóndame una cosa, honestamente, ahorita no hay ni prensa ni nada ni nadie nos va a oír: ¿Estamos mejor que en 94 o no? Sí, nadie lo duda pero, ¿por qué? Porque antes pasaba esto y esto y esto ahora esto y esto y esto, entonces, ¿valió la pena? Si tú me preguntas si valió la pena el 94, yo te digo que sí, si valió la pena; ¿lo volvería a hacer? Sí, tal vez mejor.

 

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“Te voy a contar una anécdota del sub Moy. Cuando fue el funeral del compañero Galeano, del maestro Galeano, llegaron compañeros de todas las zonas a rendirle homenaje porque lo conocían en todas las zonas, entonces se formaban en fila y pasan a saludar y a acomodarse a donde van a quedar a dormir, porque el caracol de La Realidad es muy chiquito comparado con éste, entonces pasa uno y cuando saluda a Moy le dice: ‘¿aquí estás?’, a lo que Moy responde, ‘pues sí, aquí estoy’, luego le dicen, ‘no, es que me dijeron que ya te habías vendido con El Güero Velasco y que estabas en un helicóptero paseándote con El Güero Velasco’, entonces ya el sub le dijo :‘no, pues aquí estoy’.

Esto me lo cuenta Moy y le dije: ‘ahí lo sorprendente no es que te haya visto, es que pensando él que si te habías vendido, como quiera no dejó de ser zapatista’. Esto es así aquí: la militancia no depende ni de Moy ni de Marcos ni de Galeano ni del que sea, porque aunque le hubiera dicho que ya murió, que ya se vendió -o el cuento favorito es que estoy en Europa, háganme la buena-, como quiera la lucha sigue. ¿Por qué? Porque si se supone que el líder y dirigente ya se vendió y anda con El Güero Velasco en helicóptero, pero como quiera el compañero no se rajó de zapatista. ¿Por qué? Eso es algo que yo no podría explicarlo, pues, tendrías que platicar con ellos”.

 

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Como ya lo comenté, durante el Comparte de 2018, después de varios años de haber visitado algunas comunidades zapatistas, me sorprendió ver en Morelia la admiración de las nuevas generaciones zapatistas por la figura del subcomandante Marcos y la del propio Galeano, con quien buscaban tomarse selfies cuando lo veían pasar por ahí.

Más allá de lo que signifique Marcos o Galeano para el resto del mundo, me intriga entender cómo quedará su recuerdo en la memoria de los pueblos originarios de Chiapas a los que ha acompañado en su lucha por la libertad. Para terminar la charla, le pregunto que si se volverá una especie de leyenda que habite no solo el pasado, sino también el presente continuo de las resistencias originarias del sureste mexicano; también le pregunto cómo cree que registrará la historia oficial a Marcos.

—La oficial nos vale madre, la verdad, porque si no estaríamos del otro lado. De la de los pueblos puedo dar la versión que diste y ya, me paro el cuello, pero la verdad es que los compañeros de más edad de los pueblos le dicen al joven: ‘si vas y ves al Sub, toma una foto porque lo quiero tener’, pero suena más bonito como tú lo dices.

El problema que tienen los de afuera con el subcomandante Marcos y Galeano es que cuando ya se muera, de veras no lo van a creer, porque como ya lo han matado tantas veces, los compas van a decir: ‘por ahí anda, no se ha muerto, en cualquier momento lo volvemos a topar’. Marcos va a estar y no va a estar, pero no va a importar para la vida cotidiana y la lucha de los pueblos… tal vez lo recuerden y haya alguna canción o eso, pero no tiene que ver con lo que va a seguir, como en casos de que estaba tal líder y desapareció y luego todo se derrumbó: afortunadamente aquí eso no ocurrirá y, de hecho, ya lo probamos. FIN 

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Diego Enrique Osorno
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