Conocí a Manuel Felguérez en la nieve. Siempre me sentí más identificado con la escuela tradicional mexicana de Siqueiros, Orozco y Diego Rivera; sin embargo, me interesaba el movimiento en el que había sido incrustrado su trabajo abstracto: Ruptura es al fin y al cabo una palabra que siempre atrae a la gente rota como uno.
Revisando mis notas de aquel encuentro, recuerdo que a Felguérez le daba un complejo horrible estar en Vail sin poder esquiar. Aunque como alpinista era escalador asiduo de montañas, nunca pudo aprender a deslizarse en la nieve debido a que el esquí en México es tan raro como un policía transigente o un gobernador juicioso.
En aquel entonces, Felguérez ya tenía más de 80 años de edad y un kilometraje aéreo equivaldría a una vuelta al mundo, pero esa era su primera vez en un centro de esquí. Y el artista no estaba en ese pueblo del oeste para sentirse acomplejado. Todo lo contrario: el hotel The Sebastian, propiedad del empresario José Martí, acababa de incluir obras de Leonora Carrington y de él en sus áreas principales.
La nieve le movía recuerdos a Felguérez. Lo remitía a un año en Boston, cuyo deslumbrante invierno congela el río Charles y crea estalactitas; también lo mandaba a Ithaca, Nueva York, pero, sobre todo, lo trasladaba a París, donde vivió 10 años y 10 inviernos y fue en ese tiempo que la crítica artística lo incluyó en la Generación artística de la Ruptura.
A Felguérez la nieve lo hacía reflexionar sobre la forma en que la naturaleza misma, por la consistencia del material, funcionaba de manera arquitectónica creando curvas perfectas, cavidades y cavidades que la convertían en un elemento plástico. La primera tarde que el artista salió a caminar por la montaña de Vail sintió que estaba en un museo en el que iba descubriendo nuevas y fascinantes formas.
Fue en estos tiempos de presunta transformación política que falleció Felguérez. Durante su despedida apareció también en las calles del país un movimiento juvenil que da indicios de otra generación de la ruptura por venir. Una ruptura que por más oportunismo oficial u opositor que trate de aprovecharla para sus batallas de pacotilla, desembocará en su momento en un rompimiento social nada abstracto.
